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LA DESVERGUENZA…(La sociedad del Don Pirulero)

El día 2 de julio del año 2002, hace 11 años ni más ni menos, el Hogar Piedralibre se incendiaba dejando el saldo de dos chicos muertos (a los cuales La Chacrita no olvidará pero parece que otros sí por su condición social) que denuncia muy a las claras que estamos viviendo en una sociedad descartable donde los chicos -más aún si son pobres- valen menos que una moneda de cinco centavos.

Así las cosas, se produce el hecho y de no ser por los vecinos hubiesen muerto todos.

¿Los funcionarios del área?  ¡Cómo se iban a ocupar si era la madrugada! Sabemos que están para representarnos y para cosas importantes, no para Yanina una nena cercana a la pubertad que huyó del Gran Buenos Aires por las insinuaciones del padastro y por los retos de la madre que le decía que lo provocaba. Una tarde cansada agarró un bolsito y se subió al tren que la llevaría a Constitución. Al llegar se reposó en un banco y se quedó dormida y al rato un guarda la despierta de mala manera y ¡a la calle!

Allí conocería la otra cara de la felicidad y aquello que le tiene deparado los aficionados al cuento de la buena pipa cuando juran por la Patria y los Santos Evangelios…

En pocas horas conoció de todo y se cansó tanto que de preguntar y preguntar, siempre de a pié, se llegó hasta Carranza donde le habían dicho que se inauguró un hogar y que la iban a cuidar buscando una solución.

El caso de Eduardo Nahuel no es menos doloroso. A pesar de su corta edad había perdido sus dos hermanitos en el incendio de una casucha de cartón y chapa en el Gran Buenos Aires. También fue a parar allí adonde quien habló el mismo lenguaje y caminó por las mismas veredas inauguró con bombos y platillos en medio de su campaña electoral para traernos a los argentinos augurios de bonanzas y exclamando «¡Qué lindo es dar buenas noticias!».

Había llegado un blindaje financiero que después nadie supo que se hizo de él y a quien le sirvió.

Luisito Dimeo, otro de los desheredados de la vida, también fue a parar a un Hogar que fue refaccionado por Megaobras tras una donación de la Empresa AUSA.

¿De cuanto fue la donación? ¡Quien lo sabe! Y para colmo cuando fuimos a averiguarlo en la gestión Telerman como Jefe de Gobierno recibimos la insólita respuesta que no había datos puesto que era de una gestión anterior.

No habrá sido mucha la donación porque cuando fueron interpelados los funcionarios del área dijeron sin que se le arruine el rimel que no había porque «No había presupuesto para la compra de matafuegos».

Aclaramos que todo esto esta documentado en la Legislatura porteña pero la donación de AUSA quién sabe donde habrá ido a parar la documentación y la rendición de gastos.

Fue una madrugada del demonio. Los sobrevivientes huyeron a la terraza siendo éste otro punto oscuro: ¿Por qué a la terraza y no a la calle? Nunca se aclaró este punto tampoco.

La desvergüenza de los funcionarios del área fue tal que ni siquiera explicaron las razones de la colocación de entrepisos de madera a una altura absolutamente desaconsejable y que si algún comerciante se le ocurriera, correría serio peligro de clausura. Tampoco explicaron porque no se utilizó para las maderas pintura contra incendio y por qué se utilizó el garage como dormitorio con su respectivo entrepiso clausurando por ese hecho una posible salida de emergencia.

Tampoco la colocación de rejas en las ventanas, porque si en verdad era de regímen abierto el sentido común indica que más útil hubiese sido las estufas de tiro balanceado y las que hubieron dejaron de funcionar al poco tiempo.

La explicación de los hechos nunca se hizo en forma cabal del mismo modo que tampoco se solicitó el informe de los bomberos acerca de las anomalías y las causas de posibles siniestros.

Cuando quisimos preguntar que había pasado, las razones del hecho sí tuvimos respuesta: está en tribunales y la justicia está investigando…

Pasaron más de 10 años de los hechos aquí mencionados. Nunca más se dijo nada salvo «que la justicia está investigando…»

Pasaron más de 10 años y ninguna respuesta, nadie sabe en que derivó esa investigación.

Lamentablemente Luisito Dimeo y Carlos Nahuel eran chicos de la calle, como cualquiera que podemos encontrar en cualquier estación de trenes durmiendo donde pueden.

Son el testimonio de gobiernos a los que les molesta la pobreza, que no les importa, y para peor de males, el Hogar Piedralibre el Cromañón barrial, quienes estaban allí eran niños pobres que no tienen pan. No como el antro de Once que en algún caso eran chicos ricos que están tristes.

Pasaron diez años y es de esperar que alguna vez se conozcan los hechos y sean condenados si correspondiese los responsables.

En efecto, el 2 de julio de 2002 fue el día de la Sociedad de la qué me importa… la del Don Pirulero y la de algunos funcionarios más preocupados por cuidar el sillón que cumplir con los Santos Evangelios.

¡Que Dios y la Patria se lo demanden!

 

 

 

 

 

 

 

 

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