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LAS NOCHES EN LA CIUDAD

“Charlemos, pero no me saques fotos; no quiero que mi familia me vea acá”. Así se presenta Carolina –el nombre es por supuesto de fantasía–, una chica de poco más de 20 años que duerme todas las noches en un colchón sobre la calle Hipólito Yrigoyen. Llegó de San Luis para buscar trabajo, pero no lo encontró y desde hace seis meses sobrevive con la comida que le lleva una parroquia cercana. Asegura que en la calle cada vez hay más gente: muchos se van muriendo, por el frío o quemados por el paco. Pero los que llegan son muchos más de los que se van” , podemos leer en www.perfil.com del 3 de junio de 1013 e inevitablemente nos trae a la memoria la expresión de Juan el Bautista quien arengaba a sus escuchas: “Quien tenga de comer debe compartir la comida con quien no tenga y quien tenga dos prendas de vestir debe compartir con quien no tiene ninguna”.

No son palabras de quien escribe sino texto Bíblico (quien lo dude puede tomar las Sagradas Escrituras) y sin embargo, algunos no comparte el alimento ni la ropa sino que expresa aquello que sin sonrojarse afirma una acaudala europea proponiendo que los pobres no puedan tener hijos y que los Estados hagan algo a tal efecto.

No se trata de ideologías ni de propuestas varias en un mundo donde la realidad muestra en forma descarnada que los dos pensamientos del Siglo XVIII y XX irremediablemente están para un museo del anacronismo.

“El último censo de la ONG Médicos del Mundo (MDM) arrojó que la cantidad de personas que duerme en la calle se duplicó en sólo tres años. Pasó de 674 durante los meses de otoño e invierno de 2009 a 1.283 en el mismo período de 2012. Este año podría haber aún más. La Fundación Sí, que está comenzando las Recorridas por el Frío, calcula que ya son cerca de 1.400 personas”, agrega el portal más arriba citado y aún prefiriendo otra variante nos acordamos del granjero que en el Evangelio según San Lucas una noche se acostó a dormir plácidamente porque había llenado sus lienzos de granos y alimentos a más no poder. Esa misma noche se le acercó el Señor y le dijo “Hombre necio, esta misma noche has de morir y de nada te servirá lo que tienes guardado”

Tampoco se trata de responsabilizar a dirigente alguno ya sea político, social o el que fuere, de lo que se trata es de buscar una alternativa para que esta sociedad descartable no siga olvidándose de aquellos que menos tienen.

Maestro, maestro, quiero ser su discípulo: he seguido todos sus mandamientos, le dijo un joven acaudalado a Jesús y Jesús le respondió: “No, todos no has seguido. Dona todos tus bienes a los pobres” y aquel joven acaudalado huyó despavorido haciéndole decir al Salvador: “Es más fácil que un camello entre por la hevilla …que un rico al reino de Dios”

“En la calle sobreviven familias enteras, como la de Edgardo, que duerme con su esposa y su hijo de dos años en la puerta de un edificio en Balvanera. También hombres solos como Carlos, que vive en la Terminal de Constitución, pero va todos los días a leer a la Biblioteca del Congreso, “para mantener ocupada la cabeza”. En los últimos años, sin embargo, el mayor crecimiento se dio en los jóvenes.

Adicciones. “Desde 2010, cada vez hay más gente de entre 18 y 24 años, y no solamente en Buenos Aires, sino en todas las ciudades importantes del país. Casi siempre la causa es la misma: el paco”, explica Manuel Lozano, vicepresidente de la Fundación Sí. María Luisa Arredondo, que reparte comida todos los jueves en la Plaza Congreso, con el grupo Amigos de la Calle de la Parroquia San Egidio es más cruda: “No duran mucho, porque la droga los mata enseguida, pero viene gente nueva a un ritmo mucho mayor”

Faltan respuestas porque mientras tanto algunos se ufana por hacer más y mejores negocios, ganar una elección, arribar a uno o a otro determinado logro o se desgasta en ambiciones personales o de sector, las noches de Buenos Aires denuncian que las personas sin techo van aumentando y a un ritmo acelerado en el área metropolitana de la Ciudad.

Falta aún que se haga realidad el compromiso y que al decir del Rabino Ricardo Goldman es preciso asumir el desafío de convertirnos en personas ya que Dios sólo nos hizo hombres.

Falta aún que algunos demuestren cuánta fe tienen por que “la fe sin obras es letra muerta”, decía el Apóstol Santiago proponiendo al mundo que le tocó vivir no hacer diferencias entre ricos y pobres, “¡Qué poca fe tienen aquellos que le reservan los mejores lugares a los ricos y amontonan a los pobres en lugares inhóspitos!”

Esta es la cara de Buenos Aires en horas de la noche. Esta es la cara de un Ciudad que repite hasta el hartazgo la opción por los pobres pero privilegia a los ricos.

“Pero tener empleo tampoco es garantía de conseguir una vivienda. A pesar de que la construcción fue récord en la última década, la ONG calcula que hay 16.353 personas con problemas habitacionales (incluyendo a quienes duermen en paradores, viven en inquilinatos o fueron desalojados recientemente). Si bien en los últimos años la cantidad de plazas en los paradores de la Ciudad pasó de 1.297, en 2009, a 1.853, sólo se pueden utilizar durante la noche. Por la mañana, la calle espera de nuevo.

“El problema tiene múltiples causas. La pobreza, la pérdida del empleo, pero también las situaciones violentas en la familia o patologías psiquiátricas. Por eso, aunque mejoramos la infraestructura, y hoy hay más personas que aceptan dormir en paradores, todavía muchos no quieren”, indica la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley.

Lazos rotos. El factor determinante es la falta de contención, familiar, social y gubernamental. “Sobre todo en los más jóvenes suele haber una situación, frecuentemente de violencia, que hace que se rompan los vínculos”, indica Lozano. “Solamente 5% de quienes viven en la calle vienen de otros países, y muchos a veces, no tienen familia que los ayude. Eso es porque las colectividades armaron redes de contención que funcionan muy bien, algo que los argentinos no tienen”, agrega Meritano.

Esta es, concluyendo, la cara de un mundo en la que algunos se apropian aquello que es de todos renegando incluso del cristianismo al que dicen adherir porque…”A nadie le es lícito reservarse el uso particular de los bienes cuando a los más les falta lo necesario para sobrevivir” (Paulo VI, Desarrollo de los Pueblos)

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