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PALERMO HOY ES OTRO, NO EL DE HACE 20 AÑOS ATRÁS.

El Árbol no debe tapar el bosque mereciendo una visión más amplia, no generosa, tampoco mezquina.

A nuestro juicio  la actividad “masticar” que realiza el gobierno de la Ciudad que se realizará en un sector de nuestro barrio por tan sólo tres jornadas tiene que ver con una de las caras de los porteños ligada a lo gastronómico y fundamentalmente, con una realidad barrial que desde hace unos años ha obtenido una fisonomía distinta.

Algo similar ocurre con la feria de exposiciones “El Dorrego” y que hoy se ha convertido en un moderno sitio audiovisual entre otras cosas. Nada dicen del olvido del mercado de Pulgas que anteriormente se llovía por todas partes (más adentro que fuera) y hoy ha sido remodelado y puesto en valor.

Que Colegiales es la hermanita no deseada para la Comuna 13 que se encarga de las cosas que están a la vista de Nuñez y Belgrano pero no atiende los casos de inseguridad manifiesta que se producen en el bajo puente de Federico Lacroze entre Crámer y Amenábar; que nuestro barrio tiene diversas urgencias que se debería atender prioritariamente, todo esto es factible.

Pero francamente plantear en las casi siete hectáreas de la playa de maniobras de la estación Colegiales como si en este espacio se pudiera hacer algo parecido al Rosedal de Palermo no sólo ya es mentiroso sino, incluso, delirante.

El sector de Palermo viejo quince o más años atrás era un barrio más o menos de personas mayores y hoy solucionado el error urbano de la erradicación de los mercados como lo fue el Dorrego e instalado los medios de comunicación como Canal 9, América y las productoras de TV ha retomado en un sitio moderno en donde se encuentran parrillas, lugares de encuentro entre vecinos y otros aspectos dignos de resaltar, cuestionar la actividad Masticar con denuncias que se deberían fundamentar debidamente, a nosotros, francamente, nos da vergüenza ajena olvidar este detalle.

En la zona aledaña a la playa de maniobras de la estación se encapricharon en una sucursal del Mercado Central que llevaron meses de discordias.

¿Era la zona indicada pero para qué? ¿No habrá sido para confrontar con los hipermercados que en Cabildo existen y en cantidad?

¿Por qué no plantear una sucursal en la zona vecina de la Estación Lacroze donde el espacio sobra y de paso, ofrecer trabajo genuino a los compañeros del playón de Chacarita? Por otro lado, una sucursal del mercado central se hace más necesario en la Comuna 15 que en la 13.

No se puede mencionar la vida comunitaria de los barrios o movilizar a los vecinos con argumentos insólidos.

Los vecinos deben ser sujeto y verbo esencial, no meramente predicado de posiciones bastante cuestionables en muchos aspectos.

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Un comentario

  1. Una de las razones por las que, siendo colegialense de nacimiento no pienso volver a pisar el barrio, es que justamente el barrio de Colegiales —al menos el que conocí de pibe— ya no existe: ahora es una farsa digitada por la mafia inmobiliaria y la corporación que gobierna desde hace ya dos décadas la ciudad.

    Siempre, desde que tengo memoria, la única playa de cargas que quedaba en pie y todavía activa era un sitio de esparcimiento de facto para los vecinos de las cuadras aledañas. ¡Si habré remontado allí barriletes, si habré paseado con mi mascota, si habré conocido cada rincón de ese predio ferroviario!

    Hoy, con las torres ya en construcción y con la promesa endeble de hacer allí unas plazas secas de mal gusto —que flaco favor le harán a uno de los barrios con menos metros cuadrados de verde en el país— me alegro de haber enterrado en mi corazón ese lugar que de chico tanto quería: con sus defectos pero también con una fuerte identidad barrial que hoy se ve reemplazada por cuchas de veinte metros cuadrados, inquilinos que duran dos años y creen vivir en Palermo-algo, por calles sombrías que antaño eran soleadas y distinguidas por las casonas de principios de siglo, por una tilinguería de gente que intenta recrear no se qué condiciones de vida estadounidenses en plena América Latina.

    Y mientras se alienta una gentrificación ultrapasteurizadora, las hermosas marquesinas de los locales comerciales que aportaban también su identidad (Las Bellas Artes, Pinocchio, Maby, Cabaña Tuyú entre otros) ahora se ven reemplazadas por lonas genéricas, aburridas, de franquicias y cadenas de multinacionales.

    Colegiales es ahora otro Palermo-algo. Hueco, vacío, frío, indigno.

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