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PREMIO “POR LAS MUJERES EN LA CIENCIA”

“Debemos pensar nuevas estrategias para transmitir las matemáticas”

Alicia Dickenstein, matemática e investigadora del CONICET y de la UBA, recibió el Premio Internacional L’Oréal-UNESCO para la región de Latinoamérica. La científica analiza la situación de las mujeres en la disciplina y detalla sus líneas de estudio por las que recibió este galardón.

 

Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)- Alicia Dickenstein, matemática e investigadora superior del CONICET, fue galardonada con el Premio Internacional L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia”, por su aporte fundamental a la geometría algebraica y sus aplicaciones.

Siempre es bueno ser reconocida, pero, además, este premio es muy importante por la promoción que genera, para que muchas chicas y adolescentes sepan que estas carreras de ciencias duras y exactas son para ellas y decidan seguirlas”, remarcó a la Agencia CTyS-UNLaM Dickenstein, quien es docente e investigadora en el Instituto de Investigaciones Matemáticas “Luis A. Santalo” (IMAS, CONICET- UBA).

El Premio distingue anualmente, desde 1998, a cinco investigadoras, una por región: África y Estados Árabes, Asia-Pacífico, Europa, América del Norte y América Latina-Caribe. Con el galardón a Dickenstein, Argentina alcanzó la cifra de nueve científicas reconocidas en el premio internacional de ediciones anteriores: 7 con el Premio Internacional y 2 en la categoría Rising Talent.

¿Hay desigualdades de género en la matemática, como sucede con otras disciplinas de las ciencias exactas y naturales?

Es un escenario que fue cambiando a lo largo del tiempo. Si bien se nota que no hay igualdad de género, también sucede que hay bastantes más mujeres que en otras disciplinas, como, por ejemplo, Computación. Sucede también que hay factores sociales que juegan en contra, como la idea de que la matemática “no es para mujeres” o las enormes trabas que hay para ascender en la carrera. Y esto lleva, muchas veces, a situaciones de autocensura. Hay estudios realizados –no sólo en matemática, sino en general- que muestran que, si hay que postularse a un puesto y se piden cinco prerrequisitos, un hombre, aunque tenga dos o tres de ellos, se postula igual. En cambio, muchas mujeres, a menos que tengan los cinco, no se presentan, porque sienten que no les corresponde presentarse. Son cuestiones culturales las que están jugando allí.

Y, más allá de las cuestiones en género en particular, ¿considera que hay una suerte de resistencia en torno a las matemáticas, que tal vez falten otras iniciativas y estrategias para generar interés en ellas?

Imaginemos esta situación: nunca escuchaste una canción, nunca bailaste, nunca escuchaste música y empiezan enseñándote una escala. Seguramente, termines pensando que la música es aburrida y no quieras seguir aprendiéndola, o te genere rechazo. Muchas veces, la matemática se enseña así, por las “escalas” en vez de la “música”, y no se llega a pensarla, a disfrutarla. Habrá que pensar nuevas estrategias para transmitir la matemática y, además, pensar en el tipo de educación de los profesores que van a formar a los docentes que, luego, van a estar con los estudiantes. Y, por supuesto, también es importante que la sociedad les dé importancia a estos temas.

¿Cómo está actualmente Argentina en el campo de las investigaciones en matemática?

En Argentina se hace matemática de primera línea. La mayoría de mis colegas tienen colaboraciones internacionales con gente muy importante, por lo que el nivel es excelente. Si miramos los países de la región, hay buena matemática en Chile, Brasil, Uruguay, y Argentina está entre los principales países en ese sentido. En relación al Premio, yo soy la primera matemática del país que lo obtiene, pero la séptima en Argentina, y eso también habla del nivel de la ciencia y la tecnología en el país.

Su campo de estudio es la geometría algebraica. ¿Qué aspectos investiga allí y cómo se puede vincular con otras disciplinas?

La disciplina a la que me dedico trata de entender objetos geométricos con herramientas algebraicas. Por ejemplo, uno tiene un limón, una manzana, los cuales se pueden describir en situaciones algebraicas. A su vez, si se trabaja con cosas más abstractas, se puede usar la intuición de la representación geométrica para guiar las cuentas algebraicas que uno tiene que hacer. Suena un tanto abstracto todo, pero se aplica en otros campos de la ciencia. Por ejemplo, yo trabajo con discriminantes, que sirven para predecir cuándo una superficie tendrá un ángulo, o una punta, o alguna cúspide. Con estas herramientas, por más que uno no vea esa punta, la puede predecir. Si es un brazo de robot el que se está moviendo y trabajando en la zona, el brazo se puede romper o quebrar al chocar contra esa punta, y con el estudio de los discriminantes evitamos que eso suceda. También la geometría puede aplicarse en redes de señalización celular, por lo que hay mucho trabajo en conjunto con investigadores del área de la bioquímica y la biología, para observar las modelizaciones y predecir comportamientos.

Fue vicepresidenta de la Unión Matemática Internacional (IMU) entre 2015 y 2018, convirtiéndose así en la primera argentina en alcanzar dicho cargo. ¿Qué balance hace de su gestión y de su experiencia?

Fue sumamente interesante. Por un lado, la IMU se ocupa de la organización de un congreso que se realiza cada cuatro años, con toda una puesta a punto de la disciplina. En su momento, se realizó Brasil, en 2018, siendo el primero en Latinoamérica. El próximo está planeado para 2022, en Rusia. A su vez, hay todo tipo de comisiones, que se encargan de las publicaciones, del rol de las mujeres dentro de las matemáticas, de los vínculos con otras disciplinas científicas, de cuestiones de educación matemática, etcétera. Pero siento que uno de los aspectos más interesantes fue el trabajo “extra oficial”, si se quiere, por el peso que tenía mi palabra por el cargo. La experiencia como científica en la Argentina me mostró que, si uno se frena en un proyecto de investigación porque no va a haber fondos o apoyo, seguramente no se obtendrá nada y ese proyecto no saldrá nunca. Pero sí uno logra formular un buen proyecto, a la larga o a la corta, ese proyecto se podrá realizar, aunque no sea tal como lo imaginamos. En este sentido, traté de apoyar a la gente de lugares muy diversos.

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