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SEMANA SANTA 2022 Segunda Parte

 Contexto histórico: Las multitudes llegaban a Jerusalén para la Fiesta de la Pascua Judía (Pésaj), su popularidad lo había puesto en la mira del Sanedrín por sus múltiples milagros y lo consideraban un revoltoso que podía enemistarse con el poder romano y el César. Precedido por su fama, eran miles los que lo seguían, hombres y mujeres, que testificaban de los mismos. Jesucristo y sus discípulos eran aclamados  por donde pasaban.

Manda a dos de sus discípulos a buscar un pollino (burrito) a una aldea cercana y les da las órdenes para retirarlo…»si alguien os dijere algo, decid: el Señor lo necesita; y luego lo regresará». Jesús monta en el pollino, y emprende el camino a la ciudad Santa, a medida de su paso, salen a recibirlo y aclamarlo las gentes de las aldeas, y sembrando las calles con sus mantos, ramos y palmas. Lo aclamaban como al Mesías que esperaban largamente, y que los liberaría del yugo romano y poder omnímodo de la casta sacerdotal.

Su entrada triunfal a Jerusalén es coreada con cantos de alabanza » ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!, ¡Hosanna en las alturas!» y lo seguían alabando. De esta manera el recelo del Sanedrín fue aumentando, al temer por sus privilegios y el temor fundamental de la intervención del poder romano sobre la estructura religiosa que mantenía sus privilegios.  Les urgía la necesidad de arrestarlo, y lo impedía la popularidad del Mesías. El descontento también surgía entre los judíos que esperaban un líder capaz de destronar al sumo sacerdote.

Ese día y siendo seguido y aclamado por miles de peregrinos se hace presente en el Templo. Y sorprendido ve a los mercaderes negociando como en un vulgar mercado, las ofrendas a ser presentadas por los fieles. Eran cientos los que en el patio del templo ofrecían sus productos a los viajeros, a viva voz. Improvisó un látigo y volcó las mesas y las sillas de los que ofrecían palomas en venta, que eran las que los más humildes podían comprar para la ofrenda. Y echó a los mercaderes ante la mirada reprobatoria de los sacerdotes, que no osaban intervenir ante la multitud que lo seguía, al grito  de «escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones”.

Y vinieron los ciegos y los cojos y Él los sanó. Y le seguían clamando y alabando. Y dejándolos salió fuera de la ciudad a Betania.

A los días volvieron a la ciudad y Jesús predicaba y sanaba y sacaba demonios, hacía ver a los ciegos. Entonces vinieron a él los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos. Le amonestaron, diciendo: «Con qué autoridad haces estas cosas, y quién te dio esta autoridad?»… Jesús les dijo: Si me contestan también yo os diré con qué autoridad hago estas preguntas. El Bautismo de Juan ¿de dónde era? ¿Del cielo o de los hombres? No supieron contestar, o no quisieron. La duda se planteaba: Que si decían del cielo, nos dirá por qué pues no le creísteis, y si decimos de los hombres, tememos al pueblo, porque todos tienen a Juan por profeta. Entonces Jesús tampoco les contestó.

 

JUEVES SANTO

En el primer día de la Fiesta de los Panes sin Levadura, era cuando se sacrificaba de la Pascua. Los discípulos le preguntaron a Jesús donde quería que sea la comida de la Pascua, Jesús envió a dos de sus discípulos diciéndoles, Id a la Ciudad y saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua, seguidle. Y donde entrare decidle al señor de la casa: el Maestro dice, ¿dónde está el aposento donde he de comer la Pascua con mis discípulos? Y les mostrará un gran aposento. Y así hicieron.

Llegada la hora se puso a la mesa y con él los apóstoles. Y les dijo: «Con ardiente anhelo he deseado comer con vosotros esta cena pascual antes de morir. Pues  os digo, que ya no la comeré más, hasta que quede cumplida en el reino de Dios. Tomó entonces un cáliz y dando gracias dijo: Tomadlo y distribuidlo entre vosotros, Porque os aseguro que desde ahora no beberé ya más del fruto de la vid, hasta que vengo del reino de Dios.»

Después, tomando un pan, recitó la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: Éste es mi cuerpo el que por vosotros es entregado. Haced esto en memoria de mí. Y después de cenar tomó igualmente el cáliz y dijo: Este cáliz es la nueva Alianza en mi sangre, la que por vosotros es derramada.

Más he aquí que la mano del que me entrega está conmigo, sobre la mesa. Porque el Hijo del Hombre sigue, desde luego, su camino, según lo que está decretado, más ¡ay de aquél por quien es traicionado! Entonces comenzaron a indagar entre ellos mismos quien podría ser el que iba a perpetrar ésto.

Os escandalizáis de mí, dijo. Pedro dijo que él no y Jesús le contestó, «antes que cante el gallo me negarás tres veces.»

 

VIERNES SANTO

Estando en Getsemaní, se presentó una turba y entre ellos Judas Iscariote, que se acercó a Jesús y lo besó, era la señal para apresar al que el discípulo besase. Entonces Jesús le dijo «con un beso ¿entregas al Hijo del Hombre?, entonces Pedro con su espada hirió al siervo del sumo sacerdote cortándole la oreja, basta ya, dijo Jesús y al tocarle la oreja lo sanó. Jesús les dijo a los ancianos ¿cómo ladrón venís a buscarme con espadas y palos? habiendo estado con vosotros en el Templo, y lo llevaron al palacio del  sumo sacerdote, Pedro los siguió de cerca. Cuando llegaron se sentó en una fogata donde fue reconocido por una mujer que lo miró a los ojos y dijo él también estaba con él, y Pedro lo negó, diciendo: mujer, no lo conozco, al rato un hombre afirmaba que estaba con él y volvió a negarlo, como a la hora de nuevo dijeron que estaba con Jesús. Lo negó por tercera vez,  cantó el gallo, Pedro recordó lo que le había dicho a Jesús y lloró.

Los hombres que custodiaban a Jesús le vendaron los ojos y le pegaban, burlándose de él, y le decían «Profetiza quién te pegó».

Cuando ya era de día lo llevaron al concilio donde estaban los ancianos, los escribas, y los principales sacerdotes, le preguntan: «Eres tú el Cristo? y Él contesta, si lo dijere no lo creeréis. Le preguntaron, ¿Eres tú el Hijo de Dios? y Él contesta: Vosotros lo decís. Hubo testigos falsos e incluso lo acusaban de decir que era Hijo de Dios.

Entonces lo llevaron al prefecto Pilatos, y lo acusaron de pervertir la nación, y que prohibía dar el tributo al césar y otras mentiras.

Pilatos le pregunta si Él era el rey de los judíos, Jesús le responde, tú lo has dicho. Pilatos les dijo a los que lo habían llevado que no le encontraba ningún delito y le contestaron que alborota a todo el pueblo. El prefecto de Roma aprovechando que Herodes estaba en Jerusalén lo mandó a él. Y éste se alegró de verlo porque se hablaba mucho de él y lo quería conocer. Herodes le hizo muchas preguntas a Jesús, que no contestó. Y lo envió de vuelta a Pilatos.

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