La colonia Montes de Oca es una de las cara más trágica de una sociedad descartable. En los neurosiquiátricos se encierra una población en estado de vulnerabilidad: pobres y ausentes; familiares abandonados por su familia que no quieren llevar el peso de un deficiente mental, personas con algún poder económico que usando sus bienes para provecho particular, lo depositan en el internado para que no moleste.
Lo que se vive en los neuropsiquiátricos es el pergamino de aquello que no debe hacerse.
Cínicas privadas que no admiten enfermos con posibilidades de recuperación y que con sus costos obligan a sus familiares a enterrarlos en en los cementerios de salud mental y que quien ingresa en esos infiernos pierden todos sus derechos al extremo que se dispone de ellas como si fueran plantas o un elemento desechable.
El caso CECILIA GUIBILEO no es el único, es el más famoso que es muy distinto.
Alguna vez cambiarán las cosas cuando se lleve a la práctica una real desmanicomialización, manicomios como Sierra Chica pero para enfermos mentales.
Aún falta un debate serio sobre el futuro de estos establecimientos. Pero para esto, una vez los gobiernos nacionales, provinciales deben dejar sus peleas de peluquería y ponerse a pensar seriamente en una salida que hasta hoy olvidan.
Preocupándose por todos los derechos humanos es que vamos a avanzar, pero si sólo preocupa el de la vida, el derecho de los pueblos originarios, el derecho al agua potable, a la vivienda y a la salud, al trabajo y el de los internados en los neuropsiquiátricos, no tienen cabida en la Argentina que publicita la inclusión social.