ITALO CURIO, El eximio escritor de tangos, quien fue columnista de La Chacrita de los Colegiales cuando salía en formato revista, junto al Calamú que vendía diarios en Elcano y Alvarez Thomas, nos contó que en cierta oportunidad estaban tomando café en el viejo bar Mis Ocho Esquinas contando anécdotas y recordando letras y se había hecho muy tarde. Demasiado.
JULIAN CENTEYA trabajaba como periodista en CRITICA y luego de la salida del trabajo concurría al bar donde se encontraba con los hermanos Espósito, Emilio Balcarce, el Coco Buguero (Italo Curio) y si no me equivoco de tanto en tanto concurría la Beba Pugliese -hija de DON OSVALDO- quienes vivían según nos comentaron en la Inmobiliaria Cabandié (aprovechamos la oportunidad para desde aquí darle un caluroso y afectuoso abrazo a Wilfredo, gran persona y excelentísimo ser humano).
Ya se hacía muy tarde y concurre la mujer de Don Julían y le acaricia la cara como tan sólo puede hacerlo una mujer enamorada y le dice: «Vamos que es tarde ya».
Como Julian también amaba a su mujer va y se sienta a la entrada de su domicilio y ahí empezó a esbozar «Caricias de una mano breve» que luego se convertirá en un clásico de la música ciudadana.
Nota de la redacción: Agradecemos a Mario Belocchio Director de la publicación «Desde Boedo» por habernos posibilitado la imagen.