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EL ARQUITECTO FERMIN BERETERBIDE Y SU ÉPOCA

La ciudad tanto como los barrios son tejidos interurbanos. Hablar de uno necesariamente es hablar de otros y de sus interrelaciones barriales.

Buenos Aires aún más que hoy era un ciudad embudo que desembocaba en la plaza de mayo y el puerto.

El norte con sus mansiones al estilo francés favorecido por el fabuloso espacio que había sido logrado gracias al cobro de la renta de los conventillos o casa de inquilinato (¿hoteles para pasajeros?) donde se hacinaban familia enteras  en piezas de cuatro por cuatro separada por un pasillo. Viviendas, si es que se puede llamarlas así, refaccionadas las casas patricias y convertidas para un hormiguero humano donde la promiscuidad y la falta de higiene estaban presente tanto como la falta de ventilación o la falta de baños en cantidad y condiciones para quienes desvivían sus horas en esos antros.

Por otro lado Buenos Aires no estaba preparada para la llegada de una numerosa inmigración que se inició hacia finales del Siglo XIX extendiéndose hasta los años treinta del Siglo XX padeciendo una falta casi total de una red cloacal, asfalto y condiciones de vida mínimamente aceptables.

Las mujeres para ayudar a sus maridos realizaban tareas anexas a los saladeros, frigoríficos luego, y se llegó al extremo de alquilar aquello que se llamó “cama caliente” o las sobaqueras donde dormían colgados de los brazos de una cuerda atada de borde a borde ante tanta llegada de personas de ultramar.

Por otro lado Buenos Aires no estaba preparada para la llegada de una numerosa inmigración que se inició hacia finales del Siglo XIX extendiéndose hasta los años treinta del Siglo XX padeciendo una falta casi total de una red cloacal, asfalto y condiciones de vida mínimamente aceptables.
Las mujeres para ayudar a sus maridos realizaban tareas anexas a los saladeros, frigoríficos luego, y se llegó al extremo de alquilar aquello que se llamó «cama caliente» o las sobaqueras donde dormían colgados de los brazos de una cuerda atada de borde a borde ante tanta llegada de personas de ultramar.
Las permanentes epidemias que se sucedían a menudo diezmando la población, los reclamos en los inquilinatos e incluso una famosa huelga que pasó a la historia en sucesos como la huelga de las escobas u otras que se sucedían continuamente, fue reprimida salvajemente porque se osaba exigir mejores condiciones de vida y no pago adelantado de tres meses con un contrato leonino que posibilitaba al dueño del conventillo su inmediata expulsión.

Ante esta realidad que ya se volvía inmanejable, Don Torcuato de Alvear decide llamar a un concurso para la construcción de viviendas populares. Lo que no se hizo esperar fue el grito de los propietarios aludiendo que el Estado no debía entrometerse en la actividad privada, el mismo discurso de siempre.

«Aquí aparece el arquitecto Fermín Bereterbide (1895-1979) fue un notable arquitecto argentino, conocido por sus investigaciones teóricas y obras de vivienda colectiva en donde experimentó en búsqueda de un hogar accesible y de calidad para las clases medias y obreras» comienza una suerte de biografía el portal Wikipedía (…)«Nació en Rosario el 14 de enero de 1895, egresando en 1919 de la entonces Escuela de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires. Con tan solo 22 años y acercándose a la ideología socialista, ganó el concurso de la Unión Popular Católica Argentina para construir un barrio obrero en Flores, un edificio con planta en tipología de peine que hoy es conocido como la Mansión de Flores por su tamaño y calidad constructiva tratándose de vivienda económica» (…) «Con este antecedente, ganó en 1925 un importante concurso de la Municipalidad de Buenos Aires para diseñar tres conjuntos de vivienda obrera en Pompeya, Palermo y Chacarita, de los cuales sólo llegó a construirse el Barrio Parque Los Andes (Chacarita), en donde Bereterbide logró espacios comunes en un patio interno de gran calidad, consiguiendo que con el paso de las décadas»

Tanto ciudad como los barrios están interrelacionados resultando a veces irrazonable no ver la ciudad desde su conjunto.

El gran aporte de Fermín Bereterbide fue ése en una época en la que a los triunfadores de Caseros en 1852 se les había ido las cosas de las manos e incluso la luchas facciosas entre los líderes emergentes y antiguas rivalidades ngrupos reunidos en el Club del Progreso, donde se repartían cargos y funciones, donde se comercializaba en inglés y se pensaba en francés, las discordías entre la Provincia y la Ciudad que intentó solucionarse con la federalización ,  las epidemias que se sucedían una tras otra todos los años y la llegada de una inmigración que huían de sus países natales corridos por las persesuciones ya sea sociales o políticas, daban un ambiente un tanto enrarecido en ese Buenos Aires a medio urbanizar.

«(…)Siempre dedicado a la temática de la vivienda obrera y al urbanismo en el siglo XX, supo mantener intensas discusiones y polémicas sobre el tema contra arquitectos de peso en la Sociedad Central de Arquitectos, teniendo una postura crítica que le valió varios enemigos y un lugar marginal dentro de la comunidad profesional»

Su gran aporte favoreció a varios barrios porteños y prueba de esto son las viviendas populares en Flores, Parque de los Patricios, Palermo y Caballito.

Las colectivas de Chacarita, en síntesis, es la expresión de un hombre preocupado no por el negocio inmobiliario sino por el espacio público al servicio del vecino, propuesta que aún sigue vigente y que no es escuchada.

 

 

 

 

 

 

 

 

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