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EL DIA QUE JUAN ALBERTO SE ENCONTRÓ CON CALOI

Sí, por supuesto que es así.

Hace algunas semanas, no muchas, Dios necesitaba dibujar el paraíso. Para tan vasta tarea llamó consigo al Negrito Caloi y como éste siempre solícito, campechano y solidario no podía menos que satisfacer el pedido. Además se lo pedía Dios… ¡Ni más ni menos!

Llegó a las puertas del paraíso y lo recibió el mismísimo dueño de casa que le preparó un ágape con otro Negrito, Fontanarrosa y juntos conversaron por horas, semanas, meses quizás allá, donde el tiempo se vuelve eternidad, donde amistad se transforma en lealtad y ésta en bondad.

¡Qué bien la pasaron los dos negritos amigables y amistosos! Fue entonces que Dios se les acercó y le mencionó a Caloi que necesitaba dibujar el paraíso y para semejante tarea puso a su disposición aquellas hojas que usábamos cuando íbamos al colegio secundario y también lápices negros y crayones a elección de quien había sido seleccionado.

El Negrito Caloi le comentó que sería su obra fundamental y para eso, necesitaba Dios quien le hiciera de Maestro de Ceremonias relatando el acontecimiento.

¡Quien otro sino por su don de gente que Juan Alberto Badía! No podía ser otra persona que Juan Alberto quien sin saberlo o tal vez sí, fue delegado de los más hermosos sentimientos de Dios acá en la tierra de los mortales.

Juan Alberto precisamente fue uno de los primeros en cumplir el desafío porque, como otros, fue hecho hombre pero por su bondad se convirtió en persona.

Tamaña tarea le esperaba a Juan Alberto Badía y con su sapiencia de un hombre acostumbrado a hacer de la radio una imagen empezó a trabajar en el proyecto.

Para su auxilio pensó en su familia, en sus hijos, en sus dos esposas, sus dos compañeras, en sus amigos, en quienes como él habían hecho del apoyo al necesitado un estilo de vida.

En un instante le pidió al Negrito Caloi que le dibujara una mano abierta como llamando a quererse, a encontrarse, a darse afecto unos a otros. Porque eso para él trabajar en los medios que, más que una competencia descarnada es la que posibilita el encuentro y el reencuentro de uno con los demás y los demás con uno.

Con su mejor sonrisa lanzó su idea de Badía y Compañía y le puso música de los grandes de Liverpol a quien admiró y admirará por siempre.

En medio de su trabajo se encontró con Lenon escuchándose “Déjalo Ser” y por supuesto, lo dejó ser.

Y en estos momentos, Juan Alberto no sólo está relatando el dibujo del Negrito tal como se lo había encomendado El de arriba, sino que está preparando el Paraíso para todos quienes quieran hacer de la humanidad algo bello, algo apacible, algo que también sea un compromiso para con el semejante.

Imagen gentileza de www.horizonte 963.com

 

 

 

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