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EL MENSAJE DE «LA RAULITO», EL OTRO BUENOS AIRES

Esta imagen lo dice todo... ¿Para qué más palabras?

La película “La Raulito” que marcara un antes y un después en la profesión de Marilina Ross trata sobre los chicos pobres que no tienen pan desarrollando la vida de quien, carente de afecto pero también de contención por una sociedad cínica e hipócrita.

Es su vida un llamado a la libertad pero también al reconocimiento de toda persona por el solo hecho de ser persona, cuyos derechos deben ser respetados.

La Raulito, carente de afecto, necesidad de una caricia sincera, deambulará por cárceles, manicomios, celdas y demás que es quienes los que del discurso vacío de contenido envían a todas aquellos Raulitos que además de un pedazo de pan piden ser escuchados.

¿Cómo esta sociedad va a escucharlos si no es capaz de escucharse a si misma?

Planes sociales, paquetes de arroz “La Porquería”, fideos “Si los comes te morís” y ni hablar de paquetes de harina que harían insultar a un barrilete si con él hacemos engrudo y lo armamos.

Esta es la sociedad con una profunda cobardía que habla de derechos humanos pero los pisotea a diario. Existen también otros derechos tan simples como poder tomar un vaso con agua o el derecho a la salud. Sin más ni más.

Y no hay que irse al noroeste o al noreste, tampoco cruzar la General Paz. Aquí nomás y a unas pocas cuadras del palacete de Olivos. Aquí nomás casi pegado a Bolívar 1.

Y si camináramos algunos metros mirando a nuestro alrededor y no con el cinismo habitual, nos encontraríamos con muchos Raulitos que pidiendo un pedazo de pan sólo piden un poco de afecto de una sociedad que no es para ellos o sólo cuando hay que votar, dar discursos en lo que evidencian su chatura moral.

Pero también nos encontraríamos con la otra vertiente que es la de los chicos ricos que están tristes y que son dejados a la que te criaste por familiares ocupadísimos en amontonar tanto dinero como estupidez humana.

A unas cuadras están las terminales de trenes y allí se encuentran y se reencuentran los Raulitos y los Mediopollo –otro protagonista del filme.

Además de pedir un pedazo de pan, alguna moneda, una mirada, piden libertad, reiteramos, a una sociedad profundamente esclava de si misma, de su vacío, de profunda ignorancia o de ética de medio pelo que cambia de collar, como decía el Maestro Don Arturo…

Jueves y Viernes Santo…

Los santos son ellos, los Raulitos y los Mediopollo, y ya que no les dan nada al menos ruegan que no los ataquen ni los agredan quienes se agreden a si mismos. Los santos son ellos, los que piden que no los jodan.

Los santos son ellos a los que no le dejan otra salida que empacarse, drogarse y vivir como puedan.

Y aquel que hace tantos siglos llegó a pedir amor entre los hombres y lo crucificaron, esa acción se la viene repitiendo de segundo en segundo, minuto a minuto.

No hace falta irse lejos. Aquí nomás e incluso en el paso a nivel de Jorge Newbery y Warnes, límite entre Chacarita y Paternal, yace la cruz de una beba que fue atropellada por una formación.

Esa cruz para ser lo más claro y conciso posible, en esa cruz, no sólo esta la beba. Está Jesucristo reclamando y multiplicando panes para los chicos pobres que no tienen pan; está Jesús llorando por quienes negociaron y negocian con la cruz, con su sufrimiento, con los que se llenan de riquezas pero son pobres de espíritu.

Está Jesús llorando por quienes en su nombre no fueron capaces de reclamar por los sacerdotes masacrados a tiros pero que siempre rodeaban las mesas repletas de delicadeces y siempre atentos para llevarse algo a cambio de su silencio.

La película “La Raulito” es precisamente esto: la denuncia de una sociedad cínica, esclava de sus vacíos, de sus ignorancias, de sus insenbilidades.

Esclava, en primera y última instancia, de su propia mediocridad y de quienes se reservan para sí aquello que es de todos…

Y esto va más allá de sus discursos, de sus palabritas, de las mentiras que a diario se nos dicen hablándonos de grandezas cuando en verdad son pobrezas.

Pueden que existan muchas riquezas, pero también y para qué negarlo, esas riquezas son en realidad pobrezas del alma. Pobreza de no mirarse a si misma…

Este es el Mensaje de “La Raulito” el que nos enseñaría a ser un poco más humanos, más personas…

Ser persona, como dice el rabino Ricardo Goldman, es el desafío: Dios nos hizo hombres, ahora hay que convertirse en personas…

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