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MARIA ANTONIA DE PAZ Y FIGUEROA, «MAMA ANTULA», Y SU TESTAMENTO.

La beata y santa mujer de nuestra historia, que nació en Santiago del Estero, Villa Silipica, en 1730 y falleció en Buenos Aires el 7 de marzo de 1799, es incuestionablemente un retrato de virtudes desde su temprana niñez hasta el  día de su muerte. Hoy nos ocuparemos de su testamento, que la muestra en la plenitud de su intelecto y afectos. Veamos entonces.

La fundadora de la Casa de Ejercicios Espirituales, extraordinaria cristiana era conocida en el Buenos Aires virreinal por abogar por pobres, esclavos y menesterosos, presos sin causa, llegando a un interés tal, que no vacilaba en llegar al virrey para lograr sus objetivos. Su fama la acompañaba y su carácter  imbatible casi le aseguraban «per se» el éxito en sus misiones.

Para muestra, su figura enlutada, de negro y «en pata», y su cruz de madera la mostraban por los caminos polvorientos que la veían transitar en busca de soluciones. Sin olvidarnos de su mirada de profundos ojos azules y un pelo rubio que intentaba ocultar con un mantón del mismo color que su hábito, que la hacían inconfundible en el lugar que estuviese.

Con férrea actitud comenzó muy joven en su Santiago del Estero, la «Madre de Ciudades», como se le llamaba, por ser la que tenía claustros de altos estudios desde los primeros inicios de la colonia. Su prédica la continuó en Córdoba, pero su destino marcaba Buenos Aires, como ella lo mantenía en mente. Con un propósito firme, la reinstalación de los Ejercicios Espirituales que se hacían en Buenos Aires, hasta que la Orden Jesuita fue depuesta y ella decidió continuar con el legado de San Ignacio de Loyola como premisa personal y de reparación por el exilio de la Compañía de Jesús a otras tierras.

Fueron dieciséis los años en que llegó a Buenos Aires buscando que se erigiera La Casa de Ejercicios, como un bien espiritual que se daba a toda la sociedad porteña, sin poner reparos en estatus social, como era costumbre en la sociedad de Virreinato y funcionarios reales.

En efecto, fue en 1794, cuando consiguió finalmente la licencia que le daba el Cabildo para la construcción de la Casa de Ejercicios, acompañada por los secretarios (alarifes), Juan Campos y Santiago Ávila.

La Casa fue declarada Monumento Histórico en 1941.

En 1799, el 6 de marzo sor María en perfecto uso de la razón, testa ya enferma, desde su lecho al escribano Dr. Felipe Antonio Iriarte. De su pensamiento avanzado dan cuenta varios «ítems», como: «Del gobierno económico ha de hacerse cargo una mujer», declara también: «Item» declaro que hay en la casa tres esclavos viejos e inútiles, llamados Simón, Domingo y María, quienes se mantendrán en ella. Igualmente existe en ella un negro mozo llamado Pascual, a quien por su fidelidad, su buen servicio, y lo mucho que me ha ayudado, debo concederle la libertad sin reparo, como se la concedo respecto a que debo presumir que la voluntad de los donantes quedó resignada a la mía en una u otra circunstancia de equidad, y de prudencia; pero ésto deberá enterarse con la precisa condición y calidad de que durante sus días venga a servir a las datas de Ejercicios, en aquéllos ministerios que acostumbra; siendo esta condición tan estrecha y solemne, que sin su cumplimiento no tendrá efecto la libertad».

«Item declaro – continúa en su testamento la entonces sor María – que habiendo vivido de la Providencia meramente, no tengo bienes sobre que recaiga institución de herederos; sin embargo, por efecto de solemnidad legal, nombro por tales a las benditas Ánimas del Purgatorio, en cuyo sufragio y beneficio deberá invertirse cualquier derecho que pudiera corresponderme como algunas limosnas se darán a las mandas forzosas, y acostumbradas a real cada una.»

«Item – expresa, casi al fin de sus disposiciones testamentarias la beata – declaro y nombro por mi sucesora a Doña Martina Melgarejo, quien cuidará principalmente de solicitar un director y capellanes que corran con el gobierno y dirección espiritual de los ejercitantes; y en la parte que pueda prevengo que en lo sucesivo se transmita esta elección en los mismos términos, rogando a todas las que quedan por la Paz, Tranquilidad y Religiosa Unión, y principalmente por el celo en el servicio de Dios y cumplimiento exacto de los Santos Fines que las condujeron a esta Casa, cuyas puertas deben sellar el recato, la moderación, el silencio, Diosa derrame sobre todas ellas sus bendiciones; y yo como buena madre y con mi mayor ternura les dispenso la mía, y me despido de todas hasta la Eternidad».

Para el cumplimiento de su voluntad, Sor María Antonia de la Paz y Figueroa –

que había adoptado, como se ha dicho para el claustro, el nombre de María Antonia de San José – designo albaceas testamentarias a María Cabrera, Florentina Gómez, Mercedes Guillota, y María Josefa Pérez».

No queda más que respeto y admiración a María Antonia de la Paz y Figueroa, Mama Antula (como la llamaban sus «indios» -mama Antula») nuestra Santa querida que descansa en la Iglesia de La Piedad, (Bartolomé Mitre y Paraná) como un ejemplo de virtudes, compromiso y entrega a la manera y Gracia del Resucitado.

La Casa de Ejercicios fue edificada en la manzana de Avenida Independencia y Salta, fue declarado Monumento Histórico Nacional y se halla en estado de excelencia gracias a los cuidados que se le prodigan. Es una Cápsula del Futuro diremos nosotros, erigida para honrar las virtudes del espíritu, que nunca, jamás son una moda.

 

El 11 de febrero se cumple 1 año, de haber sido canonizada Mama Antula, por el papa Francisco, en la Basílica de San Pedro en Roma, acercandose junto al altar mayor encontramos la imagen oficial de nuestra primer santa argentina. Este mismo 11 de febrero del 2024 se escribió su nombre en el libro de los Santos y Santas de la Iglesia Católica.

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