Un 7 de mayo nacía ELLA la Santa del Pueblo, la Abanderada de los Humildes, la que tenía como destino sagrado hacer que los descamisados, los grasitas, los niños, las mujeres, los ancianos pudieran beber el agua bendita de la justicia social.
Tan fue así que mientras la pútrida oligarquía, la misma que le va siempre bien desde 1955 a la fecha, pintaba la repugnante leyenda “Viva el cáncer” mientras y como testigo de la historia de ese pueblo que gracias al General y a Evita fue verbo y sujeto histórico –jamás como predicado- haciendo largas colas bajo la lluvia durante quince días para darle su eterno agradecimiento.
Claro que después, quienes tienen impregnado en su diario trajinar el olor a bosta de vaca saldrían con eso del carne y el luto.
Un luto que el Pueblo no necesitó que se lo impusieran. Un carne de afiliación jamás sería más importante que la Ciudad de los Niños, las vacaciones nunca antes disfrutadas por los chicos pobres que no tienen pan.
Un 7 de Mayo el Altísimo envió a nuestra Patria a quien tenía como destino multiplicar panes y peces como lo hiciera Jesús hace muchos siglos anteriores.
Y a partir de entonces iría a enviar a otros luchadores como los Curas Villeros, como Panchito Bergoglio, todos y cada uno junto a la Santa del Pueblo, con el mandato que a aquellos que menos tienen dejen de ser los Lázaros condenados a comer las migajas que se le caían del plato de los ricachones en sus festicholas de la inmoralidad.
Nacía un 7 de Mayo, ella, la Compañera Evita, la misma que nos fue enviada por el Altísimo con la misión de escribir con hechos la expresión DONDE HAY UNA NECESIDAD NACE UN DERECHO.
¡Vaya si nacieron los derechos de los olvidados! ¡Vaya si nacieron los derechos de las personas con necesidades especiales! ¡Vaya si nació el Tren Sanitario que llevó atención primaria de la salud allá por el Chaco, Santiago del Estero, Tucumán, Jujuy, Salta y en donde los condenados de la tierra eran atendidos como nunca antes habían sido.
Un 7 de mayo aquella diminuta mujer nos era enviada para que nos lavásemos las patas en la fuente histórica. Un 7 de mayo bajó del cielo una estrellita enorme para posibilitar que la idea comenzará a fluir, para que sean un antecedente que no se pueda silenciar promoviendo las enseñanzas del Concilio Vaticano II.
Un 7 de mayo no hubo reyes magos, hubo sí la llegada que nos fuera enviada y que curiosamente, fallecería a los 33 años como Jesús.
Muchas cosas más se van a decir, se han dicho, seguirán pintando la bosta de vaca leyendas como Viva el cáncer.
Pero por seguro jamás van a lograr que los pobres, que los sin pan y sin derechos, se olviden de quien nos fue enviada por la sencilla razón que el Pueblo la amó y llevará su bandera como estandarte para la victoria para la construcción de un mundo de hermanos y no de enemigos…
Evita fue, sin duda, el subsuelo de la Patria Sublevada y para esto nos fue enviada…
Publicado 7.05.2018