Llegaban desde las hilanderías de Barracas, desde los talleres de Parque de los Patricios, desde las fábricas de Chacarita y Villa Crespo. Cruzando allí nomás el Riachuelo aquellos rostros cansados y con su ropa de laburo, se encontrarían en la actual avenida de los Patricios con lso obreros de las famosas galletitas Bagley y con conjunto, ternían como destino finalla Plazade Mayo donde se lavarían las patas ante la indignación de algunos progres que sólo habían visto a un obrero en aquellos libros o revistas que llegaban desde la vieja Europa.
Como se había levantado los puentes para que el subsuelo dela Patriasublevado no pudiera pasar, aquellos trabajadores lo hicieron a nado o en barcazas improvisadas. Algunos otros los siguieron, otros como llevados por un espíritu que los sumaban a los que menos tienen, bajaron del departamento y con una fuerza sólo nacida desde lo más recóndito de su ser, siguieron a las multitudes.
Aquel 17 de octubre de 1945 sin duda fue un hecho cultural. Fue el ingreso de las masas ala Argentina, la de los trabajadores por siempre perseguidos, hambreados y humillados.
Horas más tarde las columnas llegaban desde la avenida Corrientes o desde la avenida Rivadavia cuando no por la avenida Paseo Colon. También lo hicieron desde la actual calle Hipólito Yrigoyen y todos a un solo grito “Queremos a Perón”, repetidos una y mil veces hasta el cansancio.
Muchos quedaron exhaustos. Desde aquellos partiditos que se proclamaban defensores de la clase obrera asociados a la oligarquía vacuna y a un perimido agrupamiento que antes encabezó a las luchas populares quedando más luego en el salto al vacío que les dura hasta el presente:la UniónDemocráticaen efecto fue la alianza más inverosímil de todas aquellas que pudieran imaginarse conviviendo en ella y apoyando a Spruile Bradem.
Aquel 17 de octubre de 1945 las calles dela Ciudadde Buenos Aires irían a repetir aquel otro acontecimiento –muy triste por cierto- que fue cuando llevaron los restos mortales de Carlitos Gardel ala Chacaritay desde los balcones por donde pasaba ninguno quería dejar de pasar la oportunidad de tirar una rosa o un clavel.
Pero en esta vez la cosa sería distinta: eran las masas de los trabajadores los que ensanchaban las calles y avenidas de la gran Ciudad para ir a escuchar a quien les iría a decir “Unánse, sean más hermanos que nunca”, quien por primera vez en la historia Argentina más que un nuevo partidito proponía la creación de un Movimiento y quien los incorporaba a la historia argentina por primera vez en largas décadas de olvido y denigración.
En cierta oportunidad quien escribe esto escuchó decir a un trabajador de brazos musculosos y de piel morena quemada por el sol y las largas jornadas como peón rural: “Gracias a Perón yo les dí de comer a mis hijas”
Esta expresión por si sola explica el fenómeno de más de mucho más de medio siglo de vigencia…
Explica porque fue un hecho cultural antes que todo lo demás.