1 – EL AUTORATISMO DE LAS REVOLUCIONES INGLESAS Y FRANCESAS. Desde aquellos tiempos en que dos posturas se disputaban el pensamiento filosófico de los próximos siglos (hacia fines del Siglo XVIII e inicios del Siglo XIX) estos triunfaron como miradas pero, en ambos casos, adolecieron por olvidarse de un humanismo que no quedara absorbido en su lucha por el control del Estado.
Las décadas se fueron sucediendo, pasó un siglo y otro y al no haber una renovación o replanteo a fondo de aquellos pensamientos se empezó a visualizar y cada vez con mayor intensidad, la necesidad de una tercera posición equidistante a uno y otro que antepusiera el humanismo por encima de otros intereses.
Así nacen otros pensamientos como respuesta si se quiere a ese gran vacío. Cerca de finales del Siglo XX la ecología y la defensa del medio ambiente va tomando cada vez mayor vigor como producto de ese vacío conceptual o el dogmatismo impuesto por el autoratismo y sus prácticas de dominación producidas por guerras, invasiones militares o por prácticas comerciales o económicas que renegaban precisamente de la defensa ambiental.
“El modo en que los grandes medios de comunicación trataron dos acontecimientos de las últimas semanas –el Foro Económico Mundial de Davos y el Foro Social Temático de Porto Alegre– es revelador de los intereses que hoy controlan a la opinión pública mundial. El primero mereció atención, pese a que nada nuevo se discutió allí: sólo análisis gastados sobre la crisis europea y la misma insistencia en rumiar sobre los síntomas de la crisis, ocultando sus verdaderas causas. El segundo fue completamente omitido, pese a que se discutieron los problemas que condicionan en forma decisiva nuestro futuro: el cambio climático; el acceso al agua; la calidad y la cantidad de los alimentos disponibles ante las plagas del hambre y la desnutrición; la justicia ambiental; los bienes comunes de la humanidad y la validez de los conocimientos populares, no eurocéntricos, en la búsqueda de justicia ambiental”, dirá Boaventura de Sousa Santos en su texto “Rio + 20 yLa Cumbre de los Pueblos”, documento publicado por Página 12 el 16 de junio de 2012.
El avance de un industrialismo a secas, la dominación de otras geografías como una etapa superior de ese industrialismo en su necesidad de comercializar su producción va erosionando conductas pero y al mismo tiempo por aquellas disputas por el dominio del Estado, el humanismo queda de lado. Sin embargo, las fallas garrafales o mejor dicho el olvido liso y llano de la justicia ambiental en su más amplio sentido va creando nuevas alternativas que no pueden dejar de resolverse tales como el cambio climático o el acceso a una mejor calidad de vida de todos que tienen que ver con el acceso al agua, a los alimentos y a los bienes de consumo pero no de una minoría y sí de las grandes mayorías y en direcciones distintas en la geografía mundial.
Allí resurge el humanismo desde hace un tiempo desde una mirada ecológica y ambientalista que obliga a ser tenido en cuenta más allá de la lucha por dominar el Estado.
En este apartado hemos buscado y muy a grandes rasgos, muy a vuelo de pájaro, tirar las grandes líneas por la que se filtra el pensamiento ecológico e incluso por el automatismo de dos posturas que por enfrentarse se olvidan del hombre al que convierten en predicado pero no en sujeto.
Es por este ángulo que el humanismo va adquiriendo personalidad y sus posturas no pueden ser silenciadas como hasta hace poco.
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