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LOS AFROARGENTINOS Y LA SEGUNDA
INVASIÓN INGLESA AL RIO DE LA PLATA
Un proceso de negación e invisibilización –como afirma la historiadora Miriam Gomes- referida al ascendiente africano en nuestro país, es difícil de encontrar. Quizás nos hermanen otros pueblos latinoamericanos o la mismísima Nación Estadounidense relacionada con el indudable aporte de la raza negra a su país.
Lo que ocurre es que a nosotros, porteños y argentinos, nos debe interesar no qué hicieron los otros sino que hicimos para mostrar tanto desagradecimiento contra un pueblo que fue traído poco menos que de los pelos y sometido al destino más inhumano que sublevaría cualquier sentimiento humanitario.
“Como ya hemos visto, en el contexto de las guerras napoleónicas la alianza que selló con Francia en 1795 le costó a España la pérdida de lo que le quedaba de su poder naval en Trafalgar y una subordinación creciente al poder del Emperador. En ese contexto que condujo a un permanente embate inglés contra las posesiones coloniales de Francia, un ataque británico a las colonias españolas en América era posible y quizás probable, a pesar de que el pensamiento estratégico del gobierno británico por el momento no favorecía tal operativo debido a que tendería a consolidar la alianza franco-española. Sin embargo, el azar, que en esta instancia se tradujo en la desobediencia de un marino inglés, intervino en esta historia de manera de materializar lo que aparentemente era una gran oportunidad para el Reino Unido: fortalecerse en un enclave estratégico en la América meridional.
En efecto, la decisión de lanzar una invasión al Río de la Plata fue una iniciativa personal del Comodoro Sir Home Popham. Popham era amigo del revolucionario venezolano Francisco Miranda, que años atrás había ofrecido al primer ministro británico William Pitt el Joven la hegemonía del mercado indiano a cambio de la independencia sudamericana. Varios proyectos para la independencia de las colonias españolas habían sido presentados al gobierno británico por Miranda, incluyendo una suerte de monarquía constitucional con un Inca como emperador. Sin embargo, la paz de Amiens de 1802 detuvo estos proyectos, que habían interesado al gobierno británico. Popham había apoyado estos planes, e incluso había presentado un proyecto en noviembre de 1803 que incluía la conquista de Buenos Aires” (extraído del libro Historia General de las relaciones exteriores del Río de la Plata)
De hecho, las invasiones inglesas al Río de la Plata en 1806 y 1807 significaron una realidad insoslayable en la historia nacional.
Pero, no nos vamos a referir a éstas al menos en forma exclusiva. A lo que queremos orientarnos es a la participación de los afroargentinos en la reconquista de Buenos Aires que al igual que en otras batallas –Chacabuco que en estos días de enero se cumple un nuevo aniversario- integraron batallones siendo enviados a la primera línea de fuego.
En la Ciudad de Buenos Aires que no era un territorio rico en plata u oro la esclavitud fue vivida de otra manera. Muchos de los afro eran sostén de familias adineradas o no tanto, hábiles en oficios, las familias patricias los usaban para vender los productos que ellos mismos fabricaban.
En un bando militar incluso se llegaba a pagar al amo –no al esclavo- para que éste sirviera en los ejércitos de la independencia y en algunos casos, le prometieron la libertad una vez vueltos.
Lo que no les decían que irían a la guerra como carne de cañón…
Su participación en la Reconquista del Río de la Plata es otro de los puntos negados por los que falsificaron la historia. Pero peor aún, es otra muestra más de la falta de reconocimiento a una raza que fue traída de los pelos de su lugar de origen utilizándola para los fines más inconfesables.
Alguna vez se correrá el velo de un auténtico genocidio, de un alevoso exterminio que, incluso hoy, no fue debidamente agradecido todos los servicios que nuestros afroargentinos ofrecieron a nuestro país.
