En circunstancias el futbol se parece al circo romano o éste a una actividad hoy reducida a los más bajos instintos o más crueles negocios o el qué me importa mientras me convenga.
Así es la cosa: muy simple. En una sociedad que confunde valores o los niega donde van de la mano caminando como tortolitos, el tener con el ser; es decir el tener -para algunos- es tanto más importante que la sonrisa de un niño o de un down que camina por la vida dando y pidiendo afecto, dando y pidiendo amor a mano suelta.
Durante años fue el «Señor Gol», en Newels, Ríver, Boca, en Italia y por supuesto en la selección. Durante años y éste es uno de los precios de la fama que te hacen pagar quienes sólo persiguen el negocio y todos aquellos para los cuales, la persona no existe siendo tan sólo predicado.
Hace poco se conocieron algunos rumores referidos a su salud diciendo el futbolista que los dolores que padecía en sus tobillos eran producto de su carrera y que quería cortárselos, luego desmentida esta declaración a otros medios.
Lo cierto es cuando se anteponen otros sentimientos a los de su carrera. Cuando lo material está por encima o cuando no se ponen límites precisos a un pensamiento respecto a la propia existencia.
Mucho es lo que se dijo o aquello que se dirá referido a la salud del jugador. De Batistuta o de otro, pero que sus conclusiones nos servirán respecto como manejarnos.
Ésta es una de las tantas tareas de la existencia finita, de alguien que alguna vez nació y por seguro, morirá.