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DIA DE LAS Y LOS AFROARGENTINOS

Y de la Cultura Afro, en honor de María Remedios del Valle.

Con la sanción de la Ley Nacional 26.852 en 2013, cada 8 de noviembre reivindicamos la Cultura Afro en nuestro país. Homenajeamos a María Remedios del Valle, la afrodescendiente heroína de la Patria.
Conocida ya durante las Invasiones Inglesas, en la Segunda Invasión de 1807, Remedios del Valle participó activamente en la Defensa de Buenos Aires. En la Revolución de Mayo de 1810, la vemos como auxiliar/combatiente del Ejército del Norte al mando del General Manuel Belgrano, que le confirió el grado de Capitana por su arrojo y valentía en el campo de batalla.
En 1835, Don Juan Manuel de Rosas le otorga el título de Sargento Mayor.
Presente en victorias, en derrotas, siempre Presente. Herida de guerra. En prisión por los realistas, sometida al azote en público… Pierde a sus hijos y marido estando en batalla.
                             Fue apodada Madre de la Patria.
Un monumento a su memoria la representa en Santa Rosa, La Pampa como representación de las mujeres afroargentinas.
También autodenominada Remedios Rosas, también fue de las Niñas de Ayohuma, quienes ayudaron a los heridos dejados en el campo de batalla con valor y resolución, ayudando al General Belgrano en tan heroica tarea.
   Con el correr de los años, al decir del historiador y jurisconsulto salteño Carlos Ibarguren, (1877/1956) quien la rescató del anonimato en nuestros tiempos;
 María Remedios del Valle vivía en un rancho en la zona de quintas. En las afueras de la ciudad, frecuentando atrios en busca de ayuda, en las iglesias de Santo Domingo, San Francisco y San Ignacio.
                               En agosto de 1827, la Capitana como la llamaban mendigaba en la Plaza de la Recova, el General Juan José Viamonte (diputado en la Junta de Representantes de la provincia de Buenos Aires, en representación de los pagos de Ensenada, Quilmes y Magdalena), la reconoció. Tras saber su nombre le expresó su cariño y admiración: «Usted es la Capitana!» Remedios le confesó allí las veces que había ido a su casa en busca de ayuda, y había recibido el trato humillante del personal de la casa que la corría…
                               Viamonte se ocupó de ella. El día 11 de octubre presentó ante la Junta el proyecto para otorgarle una pensión que reconociera los servicios que había prestado a la Patria. La Junta de Representantes dijo haber examinado la solicitud de doña María Remedios del Valle por los importantes servicios rendidos a la Patria, pues no tiene absolutamente de qué subsistir y recomendó adoptar la decisión de que por ahora y desde esta fecha la suplicante gozara el sueldo de Capitán de Infantería, y «devuélvase el expediente para que ocurriendo al Poder Ejecutivo tenga esta Resolución su debido cumplimiento. Pero la presidencia de la Junta decidió que tenían temas más importantes que atender, por lo que el expediente quedó «en comisión».  Todavía se luchaba en la Guerra de Brasil y Buenos Aires estaba bloqueada por segundo año consecutivo por las fuerzas navales del Imperio del Brasil. 
                                  El 9 de junio de 1828, Viamonte fue elegido Vicepresidente Primero en la renovada Legislatura y siguió insistiendo con su propuesta. El proyecto se trataría en la sesión del 18 de julio. De acuerdo al Diario de Sesiones Nº115 de la Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires, al abrirse el tratamiento, Marcelo Gamboa (diputado por la Ciudad), solicitó documentos que acreditaran tal merecimiento. El General Viamonte airado, respondió esta pieza oratoria:
«Yo no hubiera tomado la palabra porque me cuesta mucho trabajo hablar, si no hubiese visto que se echan de menos documentos y datos. Yo conocí a esta mujer en el Alto Perú y la reconozco ahora aquí, cuando vive pidiendo limosna. Esta mujer es realmente una benemérita. Ella ha seguido al Ejército de la Patria desde el año 1810. Es conocida desde el primer general hasta el último oficial en todo el Ejército. Es bien digna de ser atendida: Presenta su cuerpo lleno de heridas de balas y lleno, además de cicatrices de azotes recibidos de los españoles. No se la debe dejar pedir limosna (…). Después de haber dicho esto, creo que no habrá más necesidad de más documentos. General Juan José Viamonte.
«Yo no conozco a esta infeliz mujer que está en estado de mendiguez y esto es una vergüenza para nosotros. Ella es una heroína, y si no fuera por su condición, se habría hecho célebre en todo el mundo. Sirvió a la Nación pero también a la provincia de Buenos Aires, empuñando el fusil, y atendiendo y asistiendo a los soldados enfermos. Francisco Silveyra. Diputado por Quilmes, Ensenada y Magdalena.»
Pero el diputado por la Ciudad Manuel Hermenegildo Aguirre objetó entonces que aunque del Valle hubiera rendido efectivamente esos servicios a la Nación, la Junta representaba a la provincia de Buenos Aires, no a la Nación por lo que no correspondía acceder a lo solicitado. El diputado por la ciudad Diego Alcorta insistió entonces en que hacía falta presentar documentación respaldatoria con lo que el debate se tornó áspero. Ambos argumentos inhabilitaban pensiones que recibían soldados de su categoría.
El representante por Pilar y Exaltación de la Cruz, Justo García Valdéz refutó la objeción sobre las atribuciones afirmando que el gobierno de la Provincia sólo conseguiría parecer cruel e insensible si dejaba a la Nación la tarea de premiar tales servicios a la libertad. 
Finalmente y en defensa del proyecto tomó la palabra Tomás de Anchorena, quien afirmó: «…efectivamente, esta es una mujer singular. Yo me hallaba de Secretario del General Belgrano, cuando esta mujer estaba en el Ejército, y no había acción donde ella pudiera tomar parte que no la tomase, y en unos términos que podía ponerse en competencia con el soldado más valiente; era la admiración del general, de los oficiales y de todos cuantos acompañaban al Ejército. Ella en medio de ese valor tenía una virtud a toda prueba y presentaré un hecho que la manifiesta: el General Belgrano, creo que ha sido el general más riguroso, no permitió que siguiese ninguna mujer al Ejército; y esta María Remedios del Valle era la única que tenía facultad para seguirlo (…) Ella era el paño de lágrimas, sin el menor interés de jefes y oficiales. Yo los he oído a todos a voz pública hacer elogios de esta mujer por esa oficiosidad y caridad con que cuidaba a los hombres en la desgracia y miseria en que quedaban después de una acción de guerra: sin piernas unos y otros sin brazos, sin tener auxilios ni recursos para remediar sus dolencias. De esta clase era esta mujer. Si no me engaño el general   Belgrano le dio el título de capitán del ejército. No tengo presente si fue en el Tucumán o en Salta, que después de esa sangrienta acción en que entre muertos y heridos quedaron 700 hombres sobre el campo, oí al mismo Belgrano ponderar la oficiosidad y el esmero de esta mujer en asistir a todos los heridos que ella podía socorrer (…) Una mujer tan singular como ésta entre nosotros debe ser el objeto de la admiración de cada ciudadano, y adonde quiera que vaya debía ser recibida en brazos y auxiliada con preferencia a una general; porque véase cuánto se realza el mérito de esta mujer en su misma clase respecto a otra superior porque precisamente esta misma calidad es la que más la recomienda. Tomás de Anchorena».
Luego de un arduo debate se decidió otorgarle el sueldo correspondiente al grado de capitán de infantería que se le abonará desde el 15 de marzo de 1827 en que inició su solicitud ante el gobierno. A pedido del diputado por la Ciudad Ceferino Lagos, se votó crear una comisión que componga una biografía de esta mujer y se mande a imprimir y publicar en los periódicos, que se haga un monumento y que la comisión presente el diseño de él y el presupuesto.
Los diputados votaron el otorgamiento de una pensión de 30 pesos, desde el mismo día que María Remedios del Valle la había pedido (sin pagarle retroactivos por todos los meses en que no había cobrado nada). Para tener idea de la escasa generosidad con una heroína revolucionaria vale precisar que una lavandera ganaba 20 pesos al mes, mientras que el gobernador cobraba 666 pesos. La libra de aceite rondaba 1,45 pesos. A Maria Remedios le otorgaron 1 peso al día.
El 28 de julio de 1828 el expediente fue pasado a la contaduría general y el 21 de noviembre de 1829, del Valle fue ascendida a Sargento Mayor de Caballería. El 29 de enero de 1830 fue incluída en la Plana Mayor del Cuerpo de Inválidos con el sueldo íntegro de su clase. Entre enero y abril de 1832 y entre el 16 de abril de 1833 y 16 de abril de 1835 figuró en listas con sueldo doble.
El 16 de abril de 1835 fue destinada por decreto de Juan Manuel de Rosas a la Plana Mayor Activa con su grado de Sargento Mayor. Le aumentó su pensión de 30 pesos en más del 600%. En la lista de pensiones en noviembre de 1836, María Remedios del Valle figura con el nombre de Remedios Rosa (quizá por gratitud hacia el gobernador que la sacó de la miseria). En la lista del 28 de octubre de 1847 aparece su último recibo de una pensión de 216 pesos.
En la lista del 8 de noviembre de 1847, una nota indica que «el mayor de caballería doña Remedios Rosas falleció».
ALTA EN EL CIELO Y EN NUESTROS CORAZONES, CAPITANA REMEDIOS ROSAS !!!  

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