No. No es cierto que nada se pueda hacer como pretenden inducirnos dos pensamientos autoritarios que nos llegan desde la vieja Europa de la revolución industrial inglesa y la revolución francesa de los derechos del hombre.
Perimidos, anacrónicos y hasta si se quiere sin conexión alguna con el mundo moderno del Siglo XXI, el marxismo y el liberalismo están agotados.
A lo sumo luchan por sobrevivir aplicando recetas obsoletas como las que se aplican en España o en Grecia olvidándose de sus premisas originarias. Lo cierto es que el primero no se aplica en ningún rincón del planeta y el segundo, amén de estar en vías de extinción están siendo superados por la práctica cotidiana.
Otros pensamientos como el ambientalista que es mucho más que el cambio climático van reemplazando a las teorías rígidas tanto sea marxista o liberal, doctrinas gemelas en última instancia, olvidaron y olvidan hacer foco en el humanismo desgastándose en controlar el Estado. Ambos convirtieron al hombre en predicado y no en sujeto de sus propias necesidades.
No es cierto que nada se pueda hacer desde nosotros; esto es lo que dicen los otros para domesticarnos, para quitarnos el poder de reacción y para demostrarnos que nada se puede hacer.
Las grandes revoluciones comienzan hasta si se quiere en forma invisible, quizás en forma microscópica, pero al iniciar su marcha ya nadie puede deternerla.
LA REVOLUCION AMBIENTAL será posible si NOSOTROS y no LOS OTROS imponemos premisas tales como la participación con la defensa del medio ambiente para terminar con el oprobio de los rellenos sanitarios que en su versión más retrógada implica mandar a otros la basura de los municipios poderosos.
Pero también REVOLUCIÓN AMBIENTAL es exigir que la ecología no quede reducida al tema de los glaciares y que se preocupe por cuidar los derechos humanos de primera, segunda, tercera y cuarta generación: ya resulta un despropósito hablar de derechos humanos cuando el acceso al agua potable no está garantizado; cuando el derecho a la salud, a la vivienda y al trabajo como posibilidad cierta de acceder a una alimentación de calidad tampoco esté garantizado.
Pero también tiene que ver con la participación urbana en profundizar y/o aplicar la doctrina de las 3 R (Reciclar, Reutilizar y Reducir) la cantidad de desperdicios con que nos desprendemos sin responsabilidad alguna en la separación en origen de los residuos.
Aplicar la doctrina de las 3 R en las escuelas, en las calles, en todo ámbito, es iniciar el camino hacia una efectiva liberación porque el cambio se inicia en nosotros, porque mediante tal somos sujeto y no predicado que es a lo que nos han convertido aquellas doctrinas paternalistas y dictatoriales…
Y eso es válido para los distintos barrios de nuestra metrópoli. Desde Nuñez hasta Villa Riachuelo; desde Liniers hasta La Boca y Barracas.
Separar los residuos en origen implica movilizarnos en defensa de nuestro ambiente y en el de los demás.
Esta es una faceta de la Revolución Ambiental.