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NOS DUELE LOS JUBILADOS COMO A FRANCISCO I

Una vez más como tantas otras veces en la historia argentina la violencia se instaló en nuestra ciudad; una violencia abierta o encubierta (como hacerle pagar los desaguisados a los que menos tienen y no a los latrocinios cometidos por las minorías del odio y la yapa).

Una vez más quienes antes no llegaban a fin de mes y ahora será mucho menos deben hacerse cargo de las condonaciones de las retenciones, de las empresas de servicios públicos, de muchas otras “apropiaciones” de algunos que ya están entre rejas y de otros que próximamente lo deberán estar.

El libro de la Argentina y de la ciudad violenta no termina de escribirse pero así, de este modo, no se terminará nunca.

Más allá de cualquier bandería partidaria, más allá de discursos todos muy lindos y elaborados, tal como dijo el Papa Francisco (Pancho Bergoglio para quienes seguimos sus enseñanzas), a nosotros también nos duelen los jubilados y quienes deben elegir entre comprar una medicación o alimentarse con lo que puedan comprar que no es mucho.

La Argentina y la ciudad también nos duele, más aún de aquellos que creen que con un vanguardismo alienante y no menos salvaje que sacarles a los más para dársela a los menos creen que llegarán a buen puerto, rompiendo plazas, arrojando piedras, lastimando a policías y uniformados.

Una vez más se enfrentan en la Argentina las dos doctrinas gemelas: aquella de la represión salvaje del jueves y el despropósito del grupúsculo de iluminados que tirando piedras a granel piensan que defienden a los trabajadores pasivos a quienes unos y otros los convierten en predicado evitando que sean sujeto histórico y verbo.

Estamos mal así y seguiremos peor cuando nuestros viejos sean la variable de ajuste, los que pagan el fin de las retenciones y el latrocinio de los poderosos.

Unos y otros seguidores de las dos doctrinas gemelas se han puesto de acuerdo para que nuestros viejos pasen angustiosamente sus días y peor que antes.

Estamos mal así cuando algunos levantan la mano en la cámara de Diputados porque sencillamente así se dijo que lo hagan pero se dicen integrantes del Movimiento que eternizó aquello donde hay una necesidad nace un derecho o aquello otro que consagrara los derechos de la ancianidad.

Así las cosas, también a nosotros nos duelen los jubilados como le duele a Pancho Bergoglio; nos duele y nos deprime que nuestros viejos que si no recibiesen ayuda familiar váyase a saber que les espera.

Un bono compensatorio es pan para hoy y hambre para mañana si no se cambia la sintonía imperante desde hace tantos años y décadas que es hacerles pagar a ellos la fiesta de unos pocos.

Nos duele la ciudad y el país del jolgorio de las festicholas de quienes protagonizan en la realidad la parábola de Lázaro y el rico condenando a nuestros viejos que coman las migajas de un país incendiado.

Nos duele que sean agredidos nuestros policías o el salvajismo de la represión del jueves anterior.

Nos duele, para terminar, que a nuestros viejos, una vez más, los conviertan en predicado y no en aportantes a lo que deben ser, verbo y sujeto histórico de una ciudad y un país para todos (no para el derroche de unos pocos).

imagen: www.eldestapeweb.com.ar

Publicado 19.12.2017

 

 

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