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Miembros de la Junta Vecinal de la Villa 21-24 pidieron prioridad para el traslado de los habitantes del Meandro de Brian, donde el 30% de los chicos sufre de saturnismo y otras graves enfermedades.
Vecinos de la Villa 21-24 que viven sobre el Camino de Sirga -una zona ubicada en el margen del Riachuelo, en la zona porteña de Barracas- le reclamaron este jueves al Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC) que se traslade a los vecinos que viven en una zona conocida como el Meandro de Brian, que sufren problemas de salud durante un recorrido que realizaron los funcionarios del Juzgado Federal que lleva adelante la causa.
Una de las delegadas de la Junta Vecinal explicó que, “si bien desde 2008 la Corte Suprema dispuso que el gobierno porteño libere el Camino de Sirga, reclamamos que sean las casi 400 familias que viven en el Meandro de Brian -la zona más afectada- las primeras en ser relocalizadas. Un 30% de los chicos que viven en el Meandro de Brian están enfermos con plomo en sangre, tienen problemas respiratorios, dermatológicos, incluso hay personas con cáncer y estamos luchando para que salgan ellos primero y esperamos que el IVC nos escuche”, destacó.
En el Camino de Sirga se constató que en el lado izquierdo de la vera del Riachuelo las casas descansan sobre montañas de basura que terminan en el río, y bajo una de esas montañas desembocan los desechos de las cloacas del barrio. Por allí pasa tres veces por día un tren carguero y en ese mismo lugar muchas personas descargan desde los camiones bolsas de productos para ser reciclados -cartones y botella, en especial- ya que muchas familias que vieven sobre el Camino de Sirga viven de la recuperación urbana.
El asesor tutelar ante el fuero Contencioso, Administrativo y Tributario, Gustavo Moreno, explicó que “coincidimos con la definición de los vecinos, sin embargo desde el Instituto de Vivienda de la Ciudad quieren comenzar por un barrio periférico del Camino de Sirga por una cuestión técnica. Ellos dicen que no entran las máquinas ni camiones, pero nosotros dudamos de eso y creemos que hay que priorizar la salud de los chicos y tener la voluntad política de definir un operativo de relocalización”, sostuvo.
Durante la mañana del jueves se realizó el reconocimiento judicial que dispuso el Juez Federal de Morón, Jorge Rodríguez, ante los reiterados reclamos de los vecinos, quienes el 6 de junio pasado se habían movilizado al IVC y entregado un petitorio para que se resuelva la causa.
Zunilda Martínez, coordinadora de la Junta Vecinal, dijo que “luego de que se vencieran todos los plazos que tuvo el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para que cumpla con la relocalización de los vecinos del Camino de Sirga, la respuesta llegó desde Nación cuando hace dos semanas estuvo aquí Juan Manuel Abal Medina, el Jefe de Gabinete, a quien también le entregamos el petitorio”.
“Ver al secretario del juez de la causa aquí, junto con funcionarios de ACUMAR y del IVC es una respuesta que estamos teniendo hoy, que va en línea con una definición política fuerte del Estado Nacional, que hace que hoy la causa avance”, destacó Martínez.
En tanto, Maximiliano Von Der Heyde, gerente del UPE IVC, quien estuvo presente en el recorrido, afirmó que “es un proceso complejo porque hay gente necesitada, por eso estamos realizando mesas de trabajo para dialogar y hacer de la mejor forma posible este proceso judicial, y ya estamos llegando a consensos”.
Por Horacio Ríos Para Noticias Urbanas
4 de julio de 2013
Texto e imagen, la primera de todas, gentileza Noticias Urbanas
Publicado el 04/05/2012
Documental – Dirección: Pablo Reyero – Año: 1997
Cuenta las historias de «El Negro», «Lili» y «El Ruso», habitantes de la zona del polo petroquímico de Dock Sud (El Doke), ubicado a sólo cinco minutos de la ciudad de Buenos Aires y según estadísticas el lugar más contaminado de Argentina. A su alrededor, basurales, autos oxidados, corrosión. Todo junto a un brazo del Río de la Plata, del que emana, como en una película de terror, un humo espeso y pútrido. Allí vive gente, entre chanchos y manchas de petróleo. Muchos de ellos, dedicados al cirujeo. La mayoría, sin trabajo, echados del empleo o subocupados. Como la panorámica inicial se ocupa de recordar, ese infierno no queda a años luz, en alguna lejana galaxia, sino a minutos de casa. Desde el arranque, el espectador queda en situación comprometida: esto está pasando ahora, acá nomás. Y nadie hace nada para remediarlo.
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