SOCIEDAD • Sábado 06 de Diciembre de 2014
Por Marina Giacometti para infonews
Los zoos urbanos en debate: ¿centros de cautiverio o de conservación?
Las condiciones de encierro de animales en pleno siglo XXI plantean una polémica que se cruza con la necesidad de trabajar para recuperar a especies en vías de extinción. La opinión de especialistas y las propuestas para reconvertir el Zoo Porteño en un parque público, educativo, con fines de rescate y no de exhibición.
La concientización general sobre los problemas ecológicos del planeta y el respeto a las especies que lo pueblan plantean en la actualidad un fuerte debate sobre el futuro de los zoológicos urbanos. El modelo victoriano, que data del siglo XIX, y los ubica como simples muestrarios de animales en cautiverio para la recreación de los seres humanos -con un fin meramente lucrativo- se vuelve una opción poco ética frente a la necesidad de conservar y preservar a las miles de especies existentes, amenazadas por el dominio del hombre.
Países como Costa Rica, que tomaron la decisión de cerrar sus zoos públicos para transformarlos en reservas de fauna autóctona, y casos fatales como la muerte del Oso polar Winner en el Zoo porteño o el mal estado de salud del oso Arturo en Mendoza, encendieron la polémica. Además, sensibilizaron a buena parte de la población que salió a pedir por el cierre de los zoológicos por considerarlos «cárceles de animales».
Según un estudio difundido por la Fundación de Historia Natural Félix de Azara, «en la Argentina existen actualmente cerca de un centenar de colecciones de animales silvestres» pero prácticamente ninguna cumple con los objetivos enunciados por WAZA -Asociación Mundial que regula los parques zoológicos y acuarios-. «La abrumadora mayoría (más del 95%) no cuenta con planes maestros ni programas formales de conservación, bienestar animal, educación ambiental ni de investigación», «cometen ilícitos (maltrato animal, tráfico de fauna, contacto directo entre visitantes y mamíferos silvestres» y «la gran mayoría cuenta con infraestructura, normas de seguridad, higiene, sanidad y bienestar animal caracterizados por la precariedad y la improvisación», dice el texto.
Los planteos de los animalistas apuntan a dar respuesta a los siguientes interrogantes: ¿Deben existir en pleno siglo XXI instituciones con animales tras las rejas?, ¿Cómo contribuye esta realidad a su conservación?, ¿Es necesario el cautiverio para educar sobre la necesidad de su cuidado?
«Tenemos que dejar de ver la aberración de los zoológicos como una diversión o una entidad educativa. No se les puede enseñar a los niños que está bien tener animales tras las rejas. Es muy triste verlos en esas condiciones. La jirafa que uno ve en el zoo es sólo la sombra de la que vive en libertad», sostuvo a INFOnews, Malala Fontán, activista de la agrupación Sin Zoo.
Otro de los argumentos que sostienen los animalistas se centra en la salud mental y física de los animales. El estrés de la exhibición y el encierro hacen que desarrollen una enfermedad denominada zoocosis, que los lleva a tener comportamientos anormales, repetitivos y autodestructivos, como caminar en círculos o el acicalamiento extremo hasta lastimarse. «Marisa, la orangutana del Zoo porteño, hace 20 años que está en cautiverio y sufre de zoocosis. La elefanta -rescatada de un circo- todos los días a la misma hora, baila como si aún estuviese realizando una función», ralató Fontán.
La polémica sobre posibles casos de zoocosis en el Zoo de la Ciudad de Buenos Aires
La realidad del Zoo de Buenos Aires, entre el cautiverio y los programas de conservación
El zoológico de Buenos Aires es uno de los más antiguos de latinoamérica. Privatizado desde la década del ’90 y hoy en manos de una concesionaria -integrada por ex socios locales del grupo mexicano CIE-, tiene una «colección» de más de 2000 animales y un gran desafío por delante, en un país en el que existen más de 500 especies amenazadas -en distinto grado- por el avance del hombre sobre sus hábitats naturales.
La polémica por el cautiverio de las especies se ve contrastada por sus cuatro programas de conservación -producto del trabajo a pulmón de recursos humanos invalorables-: el plan Cóndor Andino, el de rehabilitación de aves rapaces y conservación del águila coronada, el de rescate de tortugas y lobos marinos y el laboratorio de biotecnología y crioconservación -que posee un banco de más de 6000 muestras genéticas de tejidos y material reproductivo de animales de distintas especies-.
Luis Jácome es director del programa de conservación del Cóndor Andino y habla con orgullo del proyecto en el que viene trabajando desde 1991. «En estos más de 20 años rescatamos 126 cóndores andinos y logramos el nacimiento de 47 pichones en cautiverio, lo que es un número impresionante ya que estas aves tienen una cría cada tres años y llegan a la madurez sexual recién a los 10. Logramos reintroducir la especie en lugares donde ya estaba extinta como en Venezuela o en la costa patagónica argentina y nuestros ejemplares ya comenzaron a reproducirse en libertad», destacó.
Además, es un convencido de que los zoológicos hacen un gran aporte educativo y relativizó el tema del encierro de los animales, apelando a la necesidad de mantener a salvo a las especies: «Los grandes tigres están desapareciendo de la faz del planeta y nosotros podemos guardar material genético para cuando se acaben las selvas en Asia. Tenerlos en cautiverio nos da la posibilidad de estudiar al animal y desarrollar técnicas para el manejo de las pequeñas poblaciones. No hay que verlo como un tigre aislado y recluido en un zoológico. En un futuro, si se interconecta esa población, se puede salvar la especie».
«Que un animal encerrado te haga ruido quiere decir que el concepto de conservación de alguna manera te llegó. Para mí es bienvenido que la gente se lo cuestione. Yo soy conservacionista y mi vida pasa por ese objetivo. Si no lo creyera, haría otra cosa. Yo creo firmemente que el zoológico es una herramienta poderosísima para trabajar», agregó.
Por su parte, Claudio Bertonatti trabajó casi 30 años en la Fundación Vida Silvestre y fue titular de la Reserva Ecológica Costanera Sur. Cuando asumió la dirección del Zoo Porteño en enero de 2012, obtuvo la promesa de que iba a poder llevar a cabo un gran proyecto de transformación, frente «a la decadencia del parque». Si bien, al principio, pudo hacer algunos cambios de envergadura como «reparar recintos en situaciones calamitosas e inseguras para los animales» y darle prioridad a algunos proyectos de conservación como el de aves rapaces y tortugas marinas, al poco tiempo comenzaron a retacearle las partidas para llevarlos a cabo. «En abril de 2013 me reconocieron que no estaban dispuestos a continuar con los cambios que yo había planteado cuando acepté el cargo y ahí renuncié», detalló a INFOnews.
En este sentido, en octubre de 2014, se conoció una carta abierta en la que los trabajadores del Zoo Porteño relataron la «cuel realidad» con la que conviven y donde denunciaban que: «todo el personal dedicado al cuidado y mantenimiento, tanto de la salud de los animales como de sus recintos, debe hacer malabares y trabajar como puede ante la permanente falta de insumos en general (comida de animales, que por cierto es de bajísima calidad, medicación, ropa adecuada, etc.)». Desde el Zoo Porteño ratificaron a INFOnews que la falta de alimentos se debió a un «atraso en el pago a los proveedores» y que esto «no llegó a afectar la salud de los animales». Sin embargo, es un problema preocupante e injusto.
Para Bertonatti, el verdadero desafío no es que los zoológicos desaparezcan, si no que se transformen en centros de conservación, con especial hincapié en los animales autóctonos, frente a los denominados exóticos -leones, tigres, elefantes y jirafas-, que tienen un claro fin lucrativo. «Reproducir tigres o leones en cautiverio es una atracción para los niños, pero no ayuda a preservar la especie. Estos ejemplares no pueden ser reintroducidos a su hábitat natural, porque pierden el poder de adaptación y al ser resultado de cruzas endogámicas se acentúan sus fallas genéticas. Liberarlos conllevaría el peligro de contaminar la especie. Una buena estrategia para un zoológico sería centrarse únicamente en los animales en los que pueda incidir en su hábitat y así poder trabajar en su conservación, pero esto requiere mucha inversión y voluntad. No creo que haya una decisión de tanto coraje. Todos queremos ver otro zoo, pero quién está dispuesto a pagarlo», se preguntó.
Proyectos alternativos en danza
La ex legisladora porteña y candidata a Jefa de Gobierno, María José Lubertino, hace años que milita el cierre del Zoo porteño y su reconversión en un «Parque Ecológico», que sea «didáctico, público y gratuito». «En pleno siglo XXI tener animales en cautiverio es una práctica asemejable a la tortura», dijo a INFOnews.
Respecto al futuro de los animales, el proyecto establece que a partir de su entrada en vigencia «quedará prohibido el ingreso de nuevos animales al predio, así como la reproducción de las especies animales que habitan el Jardín Zoológico y cuyo traslado a santuarios o reservas naturales resultase imposible». Además, indica que «cuando un animal no se encuentre apto para la liberación en su hábitat, ni en condiciones de ser conducido a un santuario, deberá continuar su vida en el Parque Ecológico, sin ser sometido al estrés provocado por la exhibición al público y facilitándole las condiciones que le aseguren una buena calidad de vida».
Hay varios santuarios a nivel mundial que reciben animales provenientes de zoológicos. El Wild Animal Sanctuary en Estados Unidos tiene destinado un espacio de decenas de hectáreas en el estado de Colorado dedicado al cuidado y bienestar de grandes felinos y osos pardos. Tanto es así, que Uruguay ya firmó un convenio para el traslado de tres leones y dos tigres. Además, existe el programa de Jane Goodall en Brasil que acepta algunos tipos de simios para que vivan en condiciones similares a las de su hábitat natural.
Lubertino es poco optimista a la hora de pensar que un proyecto de esta magnitud «pueda avanzar si no hay un cambio en la Legislatura porteña y si el PRO sigue al frente del Gobierno de la Ciudad». «En 2012, cuando venció la concesión, pedimos el envío de un proyecto de ley para debatir qué hacer con el zoo y el PRO decidió enviar una licitación corta y prorrogó la administración hasta 2017 a los mismos concesionarios que lo tenían hasta ese momento. Nuestra idea es volver a reestatizar el zoológico y no hacer de él un negocio. El patrimonio arquitectónico se viene abajo, no hay mantenimiento ni de los espacios verdes, ni de los animales. Es necesario un fuerte debate y esto no puede hacerse a espaldas de la población, ni de los animalistas, ni de los protectores del patrimonio público», explicó.
Por su parte, Andrei Chtcherbine, es guardaparque de la Reserva Natural de Pilar y trabajó como conservacionista en varios proyectos alrededor del país. Además, es uno de los redactores de otro proyecto de ley de «Jardín Ecológico», que retoma algunos conceptos del de Lubertino. Su propuesta radica en crear un espacio educativo, de preservación y rehabilitación de la fauna silvestre autóctona, sin exhibición al público, capacitado para recibir y rehabilitar animales provenientes del decomiso, tráfico ilegal, maltrato o abandono.
«Este es un proyecto a largo plazo que pretende cambiar el paradigma del Zoo. En la actualidad, hay una concesionaria interesada en lucrar con los animales y con el personal. Nosotros planteamos la reconversión del predio, pero manteniendo todos los puestos de trabajo y los proyectos de conservación», aclaró a INFOnews.
Chtcherbine también es miembro de Sin Zoo y junto con sus compañeros de organización, dos domingos por mes se manifiestan difundiendo su iniciativa e intentando informar a los visitantes sobre la necesidad de un cambio de mentalidad. «La gente va al Zoo a divertirse, nosotros queremos que vayan a buscar conocimiento y a aprender a respetar y cuidar nuestra fauna», dijo. El próximo domingo 14 de diciembre realizarán desde las 14.30 hs. un abrazo al Zoo para conmemorar el “Día Internacional de los Derechos Animales” y juntar firmar para poder llevar su proyecto a la Legislatura porteña.
El debate sobre el cautiverio de los animales y el rumbo que deben tomar los zoológicos en tiempos críticos para la biodiversidad está abierto. Requiere que todos los actores implicados -trabajadores, instituciones y poder político- logren consensuar un verdadero proyecto de compromiso y cambio, centrado en la conservación, que no se reduzca a una cuestión puramente comercial, sino que tenga en cuenta el derecho de los animales a vivir una vida digna de acuerdo a sus necesidades.
Texto: Infonews.com
Imagem: Diego Pinto para infonews.com