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En cierta oportunidad compartiendo un café en el domicilio del historiador barrial arquitecto Jorge Boullosa, autor del imperdible libro sobre el Bajo de Colegiales y sus alrededores, que fuera prologado por Don Diego del Pino nada menos con elogiosas líneas resaltando su valor investigativo, nos mencionó la necesidad de evitar un estudio sectorial de la ciudad y observar a los barrios como un tejido urbano para no caer en erróneas interpretaciones.
No sólo el Gran Profesor Don Diego del Pino tuvo por el arquitecto Jorge Boullosa conceptuosas palabras. No fue el único.
También Beatriz Oquendo, alma mater de La Chacrita de los Colegiales, lo tenía como vecino predilecto y fundamental.
En dicha oportunidad nos mencionó la imperiosa necesidad de asociar a la realidad porteña el barrio Parque Los Andes construido por el arquitecto Fermín Bereterbide en tiempos de la llegada masiva de la inmigración trasoceánica cuyos integrantes caían en el hacinamiento de los conventillos.
No fue casualidad ni mucho menos una medida antojadiza que el Intendente Don Torcuato de Alvear hiciera llamar a un concurso de antecedentes y oposición para la construir distintos complejos habitacionales en varios puntos de la ciudad.
Antes y después de su federalización la que posteriormente se convirtiera en Capital de la República adolecía a repetición de distintas y mortíferas epidemias que diezmaba su población en grado sumo tal como lo fue la de fiebre amarilla del año 1871 haciendo foco justamente en aquellos antros de la falta de higiene, la promiscuidad en barrios como San Telmo, La Boca, Monserrat y otros.
El municipio porteño orientado por el mencionado más arriba funcionario interpretó con toda claridad algunos aspectos sociales en aquellos lugares donde hasta se llegó a alquilar la cama caliente o dormir colgados de una soga los infortunados, donde había un baño por cada 20 personas cocinándose en braceros en las mismas piezas de cuatro por cuatro.
Para colmo de males las fuerzas de seguridad impedían que algunos hambrientos salieran de ciertos límites y en particular los africanos traídos de sus lugares de origen en las peores condiciones en las barcazas de la trata de esclavos.
Fueron justamente los africanos y el desesperado por la miseria que hicieron famosas las achuras, el mondongo, la ubre que luego fuera a integrar un asado degustado por las familias o los trabajadores en obras de construcción.
Esos hechos que algunos historiadores no dijeron o prefirieron callar forman parte de esa historia porteña y que la defensa de intereses medianamente oscuros o no tan poco se nos ha ocultado como vecinos del barrio y ciudadanos (no sólo habitantes)
Como afirmamos más arriba, si realmente pretendemos hacer una investigación barrial y sería no defendiendo mezquinos intereses de sector, debemos fundamentalmente tomar conciencia de la necesidad de concebir el territorio porteño como un todo, no como la sumatoria de sectores aislados.
De hacérselo así se va a poder comprender a Buenos Aires en forma cabal y no en meras parcialidades.
Sin más, la presente nota intenta dilucidar las razones por la que se construyó el barrio Parque Los Andes bajo la idea del genial profesional Don Fermín Berterbide.
Publicado día 25.12.2017
