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BUENOS AIRES ALLA LEJOS Y HACE TIEMPO (Túneles coloniales)

Una red de túneles surcaba gran parte del subsuelo de la antigua ciudad de Buenos Aires, la mayoría en delicado estado de conservación debido a que son parte de la concepción arquitectónica fundacional de la ciudad de 400 años de antigüedad. 
Consistían en una red inteligentemente concebida formada por dos túneles que corrían de sur a norte y uno de este a oeste. Originados en el siglo XVIII por ingenio de los sacerdotes jesuitas, su construcción fue motivada por varias razones.

El subsuelo de Buenos Aires presenta varios tipos de elementos, que a continuación se detallan, para que se identifiquen y no se confundan con túneles:

“1) Pozos ciegos: son pozos profundos, que rebasan la napa freática, excavados en la tierra con un ancho de 1 a 1,50 metros, cubiertos por una bóveda de ladrillo con o sin acceso. Serían de descarga de letrinas; es común hallar hasta 5 o 6 en cada lote de la ciudad vieja.
2) Pozos de balde, o de agua: se trata de pozos de 1 a 1,50 metros excavados a la primera napa, con o sin recubrimiento de ladrillo, de los cuales se extraía agua mediante una roldana, balde y soga. Por lo general tenían un brocal, es decir una pieza de mármol cilíndrica o de 5 caras con agujero central por el cual bajaba el balde. Habitualmente se los mal denomina aljibes, siendo en realidad sólo pozos con brocales similares a los de los aljibes de verdad.
3) Aljibes o cisternas: son grandes cámaras subterráneas generalmente cilíndricas, recubiertas totalmente de mampostería revocada, con piso de baldosa, con acceso por un brocal con balde. El agua llegaba por conductos de ladrillos que bajaban desde la terraza o los pisos de los patios y acumulaban agua limpia. Los dos primeros se construyeron en el siglo XVIII. Alcanzan los 10 metros de profundidad y unos 3-4 metros de ancho.
4) Albañales y conductos: hasta fin del siglo pasado el agua de desagüe fue conducida a pozos y aljibes mediante largas cámaras de ladrillo y baldosas, que llegan a tener 50 centímetros de alto, y que son comunes de encontrar bajo cualquier edificio anterior a 1900. Son simples conductos de aguas servidas y fueron reemplazados por caños de barro vitrificado y más tarde de hierro.
5) Conductos, cañerías e instalaciones sanitarias del proyecto Bateman: son todas obras fáciles de identificar, ampliamente descritas en las publicaciones oficiales de la Comisión de Aguas Corrientes desde 1880, y difícilmente puedan confundirse con otro tipo de túneles.”1

Antecedentes documentados de la existencia de los túneles

Hay un mapa que data de 1780, ordenado por el Virrey Juan del Pino, en el cual se señala en rosado las manzanas del centro de la ciudad, destacando edificios, monumentos y plazas, totalizando 45 manzanas las principales de la ciudad, y ya aparece delimitada la Manzana de las Luces en detalle el túnel o galería llamada A y su prolongación hacia el sur hacia la casa de Juan Manuel de Rosas (Moreno y Bolívar) y el extremo norte hacia el Cabildo. 
Este mapa da testimonio que los túneles fueron construidos a fines del siglo XVIII por los jesuitas antes de su expulsión.

Medios gráficos del siglo XIX

“He hallado en el Caras y Caretas del 21 de enero de 1899, el Nro. 16, cuando a esta publicación la dirigía nada menos que el famoso escritor Fray Mocho (José S. Alvarez) una noticia dentro de un artículo titulado ‘Portfolio de curiosidades (Antaño y hogaño)’, firmado por Fabio Carrizo, que transcribo:
“La casa de propiedad del señor Manuel Aguirre, en la esquina de Victoria y Bolívar, está edificada sobre el subterráneo – que aún subsiste – en que debió instalarse la inquisición en 1750.”
Se nombra a la Inquisición, a la institución encargada de resguardar la pureza de la creencia, que en ningún otro documento aparece relacionada con los misteriosos túneles.”2

La segunda mención de la existencia de túneles en Buenos Aires la dio la Gaceta Mercantil en su edición del 17 de abril de 1848, donde se menciona una galería subterránea que llevaba hasta el Hospital de Hombres que estaba ubicado en Humberto 1 casi esquina Balcarce, es decir, lindero a dos construcciones realizadas por los jesuitas la Iglesia Nuestra Señora de Belén (llamada San Telmo) y una casa residencial y para ejercicios espirituales. En el mismo periódico se publica el 16 de mayo una comunicación del Jefe de Policía Don Juan Moreno al Juez Eustaquio J. Torres. Le informa del descubrimiento de construcciones existentes en el subsuelo de la ciudad y comenta acerca de una galería debajo de la calle Potosí (Alsina) que atravesaba la Iglesia de San Ignacio hasta una de las casas propiedad de José María Coronel que anteriormente habían pertenecido a la Compañía de Jesús y que las usaban para ejercicios espirituales.

Luego aparecieron cuatro artículos en el diario La Nación en agosto de 1909 con el título "Los subterráneos de Buenos Aires".
Tuvieron su origen en las tareas de saneamiento del subsuelo realizadas por la Asistencia Pública –organismo municipal responsable de la salud popular– en las manzanas ubicadas en torno de la iglesia de San Ignacio y los seculares conventos de San Francisco y de Santo Domingo.

Arqueología del siglo XIX

En 1893 el arqueólogo Burmeister recorrió tramos de túneles y dejó alguna constancia de sus estudios en un plano.
Por estas épocas se pensaba que estos túneles formaban una red que unía las iglesias, los edificios públicos y el Fuerte, que estaba de cara al Río de la Plata.

 

Arqueología del siglo XX

Durante la construcción en abril de 1912 de los cimientos para una sala de dibujo en el edificio de la Facultad de Ciencias Exactas, se produjo un hundimiento en el suelo a la altura de Perú al 200, se descubrió tramos de una red de túneles estudiados desde entonces por el arquitecto Héctor Greslebin. El arquitecto reunió toda la información sobre túneles en diversos medios gráficos, y estudió los escritos del arqueólogo alemán Carlos Germán Burmeister. 
Héctor Greslebin denominó a los tramos de túneles: A, B, C y D. 
El túnel B corta perpendicularmente al A, corre paralelamente al Patio de la Procuraduría y de ahí parte el túnel D con una entrada por Perú 208. 
Desde un punto del túnel D se desprende el túnel C que en un buen tramo corre paralelamente a la calle Perú hasta Moreno.

Luego de estudiarlos un par de años, llegó a hacer un trazado, en principio basándose en los planos que dejó el ingeniero E. Topelberg en 1915, que figura con el número 261 en el Archivo de la Dirección General de Arquitectura, y sobre todo los destinos adonde conducían. Regresó a estudiar los tramos de túneles en 1918 acompañado por José Espinoza3. Utilizaba dos entradas, una que estaba bajo el Colegio Nacional y otra en los sótanos del Museo de Historia Natural que funcionaba en aquella época en Perú 208.

Estructura de los túneles

Galerías talladas directamente en la tosca a golpes de pico, a tres o cuatro metros de profundidad, con piso nivelado, paredes verticales y coronamiento abovedado, medidas que van desde 0,90 a 1,60 mt de ancho por 2,00 a 2,20 mt de alto. 
Quedó claro que para la construcción de los túneles usaron brújulas, son visibles y reconocibles las direcciones seguidas por la puntura del pico.

 

El túnel A arranca debajo del patio del Colegio Máximo, atraviesa toda la Iglesia de San Ignacio y desemboca en la calle Alsina.

Bajo el patio, se realizaba el descenso por un plano inclinado en el ángulo suroeste, que da a una cámara rectangular, que fue una antigua bodega jesuítica, en sus paredes se aprecian nichos con las dimensiones de las pipas españolas4, que descendían por dicho plano inclinado. Esta galería A desde la bodega hasta el extremo norte en la calle Alsina, mide 105, 40 mts de longitud tomando en cuenta las sinuosidades de su desarrollo5. 
La franca diferencia que muestra la galería A entre su porción sinuosa al sur y la recta al norte puede responder a un cambio de técnica o de constructor. 
La galería B que corre de este a oeste, corta casi perpendicularmente a la parte recta de la galería A, los que venían conservando sobre la galería B una sección de 2, 26 mts de altura por 1, 75 mts de ancho al encontrarse con esta galería A disminuyen la altura a 2, 16 mts por 1, 57 mts de ancho. 
Así, 
De sur a norte (Rivadavia a Moreno) unía Catedral, Protomedicato, San Ignacio y se pierde a la altura de Moreno al 500. 
De Oeste a este unía el Convento de San Francisco, Procuraduría de las Misiones, y Convento de Monjas Capuchinas (desde Defensa a Piedras) 
Un tramo corto va de Casa de Niños Espositos, Procuraduría de las Misiones, Casa de la Virreina (Belgrano y Perú) (demolida) (desde Alsina a Belgrano)

En 1972, las demoliciones efectuadas en el Aula Magna de la Facultad de Ingeniería que estaba sobre el área de acceso o ventilación de los túneles descubiertos por esta razón. Esta área fue delimitada como “sitio de rescate” por los arquitectos intervinientes a la orden de Jorge Gazaneo.

El 18 de noviembre de 1974 se hundió la esquina de Alsina y Bolívar dejando ver un tramo de túneles bajo San Ignacio en total 70 mts de túnel.

Usos:

Defensa:

  • Cavado en profundidad y con prolongaciones (chicote)
  • Celadas, trazado laberíntico para evitar proyectiles, salidas falsas.

Contra esta teoría se pronunció Ruth Tiscornia, quien señala que si las obras se efectuaron para defender el puerto los gobernadores la habrían usado o aludido a ellos en sus planes estratégicos sin embargo no dejaron los virreyes ninguna información sobre los mismos y en 1806 cuando las invasiones inglesas no fueron utilizadas. Los bancos del río eran la mejor defensa de la ciudad y la autora cree que fueron hechos solamente para contrabando, pues apuntaban al Fuerte y a la Aduana. La ciudad no se interesó por los túneles desde la creación de la patria en 1810 hecho sumamente llamativo6.

Comunicación:

  • Iglesias, conventos y claustros, entre si.
  • Fuerte
  • Hospital de mujeres y el de hombres. El hospital de hombres estaba en Humberto Primo esquina Balcarce. El Hospital de Mujeres era la Asistencia Publica y funcionó desde 1774.
  • Procuraduría de Misiones

Comercio:

  • Puerto Santa Maria de los Buenos Ayres. Piratería, viajantes y otros.

Almacenes con salida directa al río. Buenos Aires no podía comerciar con los puertos de ultramar, entonces recurrían al contrabando. Se sabe que esta actividad se había convertido en una formalidad en el Río de la Plata, y participaban de ella los comerciantes y las autoridades inclusive. Razones de contrabando: El contrabando en época colonial no era considerado delito. Era el recurso que tenían los pobladores de Buenos Aires para satisfacer sus necesidades ya que la ciudad estaba privada del libre comercio con los puertos de ultramar. Los barcos que llegaban se quedaban para reparar sus cascos y descargaban temporariamente sus cajones que ponían en depósitos donde se sustituía en secreto la mercancía. La vía más rápida y segura para movilizarse eran los túneles. 
Probabilidad de paso de esclavos o personas utilizadas para mano de obra barata, en época virreinal.

Fuente de información e imagen: Prensa Manzana de las luces

 

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