EL OTRO DON MANUEL BELGRANO

Don Manuel Belgrano es muchísimo más de aquello que nos mienten en los manualejos de historia que más que una narración de hechos que fundamentan el presente es la manipulación de datos a gusto y piacere de quienes la escribieron a su antojo y conveniencia.

Don Manuel dicho con respeto, admiración y afecto es también muchísimo más que un barrio o una importante avenida; fue un desobediente nato, un patriota ejemplar, una persona que pudo disfrutar de todos los placeres mundanos de entonces pero totalmente fue un convencido de necesidades superadoras y no solo para él sino también para sus semejantes.

Aquellos próceres fundantes de la argentinidad –nos referimos a Mariano Moreno, Juan José Castelli, Bernardo de Monteagudo entre tantos otros- y que en el caso del primero de los nombrados teniendo mayoría (incluso minoría) en la Primera Junta del 25 de Mayo de 1810 no la usó en provecho propio, no imponiéndose sobre Saavedra, sino que como si fuese poco redactó el documento que prohibe honores y de habérselo respetado estuviésemos hoy viviendo en un país distinto sin el extremo grado de presidencialismo que en toda época o en todo lugar pulverizó una organización más democrática tanto sea en nuestra Nación, en nuestro municipio, en el barrio o en cualquier entidad conformada por personas que se unen –dicen en muchos casos- en busca del bien común.

Manuel Belgrano nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770, en la casa paterna, actual Av. Belgrano 430 a metros del Convento de Santo Domingo y fue bautizado en la Catedral de Buenos Aires al día siguiente.

En pleno del microcentro actual, al cuatrocientos de la avenida que lleva su nombre y a pesar de lo suntuoso que podría ser, en aquellos tiempos, era los alrededores de la ciudad.

¿Quién fue este hombre que la vida decidió que fuese concuñado de Don Juan Manuel de Rosas?, casado con la hermana de la esposa del Restaurador de las Leyes, la brava Ezcurra, una mujer con un carácter firme que sabía lo que quería y por sobretodo como lograrlo.

La hermana o la cuñada de Don Juan Manuel no le iba en zaga precisamente; muy por el contrario, resultó una tesonera defensora de la causa patriótica, una admirable dama de la época que sin pelos en la lengua decía, hacía y decidía tantas veces como la oportunidad se lo permitiese.

“Belgrano se rodeó de la élite intelectual de España, y por aquel entonces se discutía sobremanera la reciente Revolución francesa. Los cuestionamientos al derecho divino de los reyes, los principios de igualdad ante la ley y de libertad, y la aplicación universal de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, estaban en boca de todos. En esos círculos se consideraba imperioso refundar la nación bajo principios similares, y quienes no estaban de acuerdo eran tachados de tiranos y partidarios de ideas antiguas y desprestigiadas.5 Años más tarde escribiría en su autobiografía:

Como en la época de 1789 me hallaba en España y la revolución de Francia hiciese también la variación de ideas y particularmente en los hombres de letras con quienes trataba, se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad, propiedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuere donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido, y aún las mismas sociedades habían acordado en su establecimiento directa o indirectamente”, debemos citar una vez más al portal Wikipedia.

Don Manuel Belgrano, estudiante, abogado, patriota, militar, hombre jurisconsulto, respetado y amado por muchos argentinos pero también de otras naciones vecinas y no tan vecinas.

Cuando Ud. Amigo lector transite por la avenida que lleve su nombre o se mude al barrio que lo recuerda, tenga presente que este gran argentino no sólo que nació rico y falleció en una pieza de pensión cualunque sino que fue un eterno defensor de los derechos de los más humildes, un defensor inclaudicable de la educación.

Nació en cuna de oro pero falleció como dejando el mensaje de la extrema necesidad de un país y una niñez educada en la escuela. Habiendo donado sus sueldos por servicios a la Patria los donó para crear escuelas algo que finalmente como sucedió.

Don Manuel Belgrano, como Lisandro de la Torre, como el Dr. Ramón Carrillo y su colega Esteban Laureano Maradona, dieron testimonio viviente para la necesidad de una Nación al servicio de todos sus hijos y no sólo para el disfrute de unos pocos.

En esta primera parte hemos querido dar un pantallazo muy elemental sobre Don Manuel Belgrano para ir profundizando luego en otra característica del procer.

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