Canciones y libros infantiles prohibidos durante la dictadura
En el mes del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia conmemorado el pasado 24 de marzo, recordamos algunas obras y artistas prohibidos durante aquellos fatídicos días.
Escribe Emilia Viaggio, La dictadura militar de 1976 tuvo como objetivo disciplinar a la sociedad y la censura cultural fue una parte primordial en su plan de reorganización. El objetivo era claro, controlar la libertad de expresión e impedir la difusión de opiniones contrarias al orden de facto. Con este fin se ejercía un disciplinamiento social y también cultural.
¿Qué hacía que una obra fuera prohibida por la dictadura? El criterio era inexacto y poco definido: cualquier alusión o referencia directa o indirecta a la idea de libertad, al comunismo, al sexo, al erotismo o a la desobediencia. Ideas asociadas a la revolución o «subversión» del orden establecido y por lo tanto consideradas peligrosas. La censura cultural se aplicó de manera sistemática, desde la quema de libros hasta amenazas a artistas que tuvieron que huir del país exiliándose durante varios años. Se construyó un marcado desprecio, especialmente hacia todos los elementos asociados a la cultura del rock. Las letras, la música, el pelo largo, la forma de vestir se consideraban peligrosos y debía impedirse su circulación.
Así se confeccionó una lista negra que contaba con más de 200 canciones que no podían pasarse en los medios de comunicación, eran amenazas al orden y debían destruirse.
Mercedes Sosa, Charly García, León Gieco fueron algunos de los perseguidos que tuvieron que modificar las letras de sus canciones, se vieron imposibilitados de publicar material nuevo e incluso tuvieron que exiliarse porque sus vidas corrían peligro. Algunos de estos temas fueron «la cultura es la sonrisa» de León Gieco, canción de protesta al cierre de la Universidad de Luján, «Viernes 3 AM» de Serú Girán, por hacer alusión al suicidio, «Como la cigarra» de María Elena Walsh interpretada por Mercedes Sosa, no pudo ser publicado en el 1978 debido a la fuerte censura que recibió. Son sólo algunos ejemplos de la opresión y el intento de borrar la cultura popular que ocurrían en aquel entonces.
Contar con la posibilidad hoy de observar, conocer y aprender sobre las obras que circulaban en nuestro país en la década del 70, permite acercarnos al imaginario de la época que quiso ser silenciado y es una forma de reivindicar el NUNCA MÁS
3 libros infantiles
«cuentos destinados al público infantil con una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria para la tarea de captación ideológica del accionar subversivo».
«La línea» de Beatriz Doumerc y Ayax Barnes. Un hombre interactúa con una línea: la pasa por arriba, por abajo, puede enredarse, dividir, prohibir y atacar. Muestra al hombre como protagonista de la Historia capaz de luchar y defender sus ideales a partir de la construcción colectiva. Se ha convertido en un libro fundacional de los libros- álbum en Argentina y propone una nueva forma de dirigirse a las infancias.
«Un elefante ocupa mucho espacio» de Elsa Bornemann narra la historia de Víctor, un elefante que decide organizarse con los demás animales para realizar una huelga en protesta por las condiciones de encierro en las que se encontraban. Este cuento forma parte de una antología y todos fueron prohibidos. «La planta de Bartolo» de Laura Devetach. El pequeño bBartolo siembra una planta de cuadernos y decide regalárselos a otros niños y niñas que no pueden comprarlos. Hasta que se entera un vendedor de cuadernos quién buscará adueñarse de la planta con ayuda de la policía. Sin embargo, como la planta de Bartolo, todos estos libros son semillas.
LA MEMORIA Y LA POESIA NO SE TOCAN
Nicolás Grandi (desaparecido).