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INDIGNENSE… Para construir el nuevo mundo

El Estado -Cromañón lo demostró- nunca esta ausente y depende cual sea su punto de apoyo, podemos no sólo hablar de eficiencia sino también cual es su horizonte  y su meta.

La excesiva centralización de los servicios públicos, la falta de control en los mismos y por qué no, la prioridad de las obras que se decidieron no pueden quedar exenta de responsabilidades y de esos horizontes y metas antes mencionadas.

Por otro lado también es necesario investigar cómo se deciden esas obras porque seguir manteniendo decisiones centralizadas –ni siquiera desconcentradas- también son causas no despreciables de los hechos lamentables.

Estos puntos nos están diciendo que el mismo fenómeno metereológico fue un accidente. Lamentable sí, trágico sí, pero pudo haber presentado otras alternativas si se hubiesen implementado otras medidas públicas.

¿Por qué no se controlan las empresas tercerizadas?

La falta de control o el dejar hacer, dejar pasar, fue entonces definitorio desde el punto de vista de la dimensión de la tragedia. En la Ciudad de Buenos Aires y en la ciudad de La Plata.

¿Alguien controló la poda de árboles en un momento inapropiado? Porque otoño es el mes donde se caen las hojas y si encima se podan las ramas dejándose cerca de 20 días todas desparramadas en las calles, las consecuencias no pueden ser otras que las que sufrimos los porteños.  ¿Por qué no se controló la limpieza de los sumideros?

No se trata de responsabilizar a nadie ni hacer ideología. No hace falta.

Los hechos están y así como en febrero hemos tenido otro temporal y no se cambiaron las cosas para prevenir otro desastre, volverá a ocurrir si incurrimos en lo mismo, si no controlamos y exigimos que las empresas tercerizadas cumplan con los convenios establecidos. Los feriados largos no pueden ser argumento para no realizar determinadas tareas.

Lo que falla no son los hombres –aunque aportan demasiado al desastre generalizado- sino los modelos implementados.

Sea quien fuere para que no vuelva a ocurrir el temporal de febrero y el de los primeros días de abril, hay que decretar el estado de emergencia del área metropolitana.

Lo que falló es la conducción, es la orientación, el dejar hacer dejar pasar, la prepotencia de las ambiciones personales cuando la necesidad era otra.

Quien o quienes equivocaron el camino será anécdota o no depende de aquello que ahora se haga. De los cambios que se implementen.

El modelo implosionó y explotó y todo al mismo tiempo. En la Ciudad de Buenos Aires y en La Plata se abusó de lo perimido, de lo viejo y de lo anacrónico.

Y sin embargo, como en toda desgracia, en todo desastre, la situación nos da la salida, nos ofrece una alternativa.

Es la de aquella juventud que dijo basta a la prepotencia del discursito anacrónico y personalista. Lo dijo en los hechos y no desde los medios de comunicación afines a una u otro pensamiento.

Dijo basta anunciando aquello que se viene, es la Argentina solidaria que reconstruirá aquella parroquia que reconstruyera el Pobre de Asís donde todos tengan cabida y no unos pocos, que, en primera o en última instancia, aquella parroquia donde los ricos están protegidos y los pobres amontonados en un rincón, que dejen éstos de estarlo.

La Argentina solidaria ha reverdecido, ha resurgido sobre los discursito, sobre lo antes dado.

Es el triunfo de la Argentina solidaria sobre la discurso de la charlatanería, de aquello que explica las desgracias de los más cuando debe prevenirlas.

 

 

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