Ya lo sé que nos volveremos a encontrar alguna vez en donde van a parar los perritos que fallecen. Le suplicaré al Eterno que me envíe donde vos estás.
Te vas apagando, de a poco, cada día un poquito más, un paso más.
Pero con todo el dolor del alma, prefiero recordarte así con esta imagen cuando más joven te gustaba que te saquemos una foto y vos siempre con un gesto distinto.
Lo sé que no te queda mucho tiempo y me estoy preparando para ese maldito momento del adiós.
Fuimos en estos quince años uno para el otro. Recuerdo que en las festividades de fin de año me quedaba con vos porque los cohetes te enloquecían.
Me fijé como norma que lo que vos comías, comía yo porque ser perro no significa comer cualquier cosa; incluso, a veces, comías mejor que yo y no me arrepiento.
Tené por seguro que a pesar de los errores que pude cometer -porque los cometí- te di lo mejor que pude y sin guardarme nada.
Enanito, por último, te quiero decir una cosa:
Gracias por todo lo que me diste. Fuiste mi mejor amigo, mi compañero de ruta.
Nose cuanto más vas a estar y por eso, te escribo esta carta abierta, para decirte simplemente GRACIAS.