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LA QUINTA BOLLINI EN LA HISTORIA BARRIAL (Parte II)

73967_fotoantiguaabuelaEn la primera parte de esta historia de los barrios de Chacarita y Colegiales a través de uno de dos personas que poseyeron grandes extensiones de tierras,  nos referimos a Don Francisco Bollini, de orígen italiano como Don Agustín Comastri, fueron quienes prácticamenete monopolizaron la tenencia y hasta casi se puede expresar que fueron quienes con celos y disputas (que en algún caso llegaron a los estrados judiciales) los protagonistas de una suerte de una expresión urbana y por tal como luego fueron el mercado Dorrego y ahora los medios de comunicación, quienes dieron identidad a nuestra zona.

Si analizáramos los límites expuestos por el arquitecto Jorge Boullosa, el historiador barrial, en el libro «El Bajo Colegiales y sus alrededores» acerca de la quinta Bollini podemos afirmar entonces que la relación entre ambos itálicos era un ida y vuelta de competencia o conflictos, dada la vecindad y a una actividad común. Por otra parte, en ambos casos, tenían sólidos vinculos con personas con poder de desición en el plano nacional e internacional (aspecto que volveremos más luego)

Sin embargo no fueron los únicos propietarios. Hoy la calle Virrey Loreto y la zona «de los virreyes» fueron también lugares apetecibles para otros itálicos que adquieron tierras aunque de menor extensión que la de estos dos pioneros. Fueron pioneros aquellos calabreses y no hay duda de esto pero no para marcar el signo barrial en conjunto o la identidad barrial, según se quiera mirar.

El reparto de tierras conquistadas y robadas a los pueblos originarios ya sea por Pedro de Mendoza  o por Juan de Garay, aquella repartija de los conquistado, repartija al que se le llama las suertes en pago a sus labores en la conquista, no alcanzan a dar a nuestra zona el caracter de identidad barrial. Algo similar ocurre con los jesuitas y que si bien protegieron a quienes fueron víctimas del genocidio español en los países latinoamericanos, sus permanentes disputas tuvo resultado la expulsión de esta orden religiosa.

Entre «la interna» para ver quién se quedaba con las riquezas de nuestros países, la bota pudo más que la cruz y aunque ésta última no tenía intención alguna que no era rapiñarnos.  Esa cruz que prontamente olvidó el consejo de Jesús y que olvidó, por consiguiente, los principios filosóficos del cristianismo, en su enfrentamiento con la bota terminó perdiendo el botín de guerra.

Los jesuitas, en cierto modo, jugaron el papel del bueno en la comisaría de la vida y quienes, allá en el reino de los desintereses malsanos,  reclamando que se les reconozca la condición de humanos a los nativos.

La derrota de los jesuitas abrió las puertas a toda clase de salvajismo en la conquista cuales sino la esclavitud africana traída a estos lares por los traficantes y por los barcos negreros donde una vez en tierra eran rematados los que anteayer nomás fueron cazados como si fuesen bestias peligrosas.

Esta segunda parte del tema que nos ocupa nos brinda varias posibilidades en cuanto sea información. La zona de Palermo, sus calles, sus desarrollos y silencios, condicionan nuestra realidad cotidiana. También hemos visto, que la inmigración jugó un papel de importancia hacia finales del Siglo XIX.

Al respecto podemos informarnos:

«El 17 de julio de 1857 se aprueba por unanimidad el texto del contrato de alquiler del local destinado para el depósito de inmigrantes. El edificio ocupaba un frente sobre la calle Corrientes, con su puerta principal correspondiente al Nro. 8 de la citada arteria. Ver mapa.

Se desprende que el primer grupo de inmigrantes que se alojó en el asilo lo hizo el 13/8/1857, procedente del Havre. Aquel primer grupo estaba constituído por 36 personas, todas de nacionalidad suiza, compuesto por 7 hombres, 7 mujeres, 11 niños y 11 niñas. Treinta de sus componentes figuraban como labradores y seis sin profesión.

Entre el 13 de agosto de 1857 y el 11 de marzo de 1859, fueron alojados en el asilo 462 personas; 260 eran hombres, 169 mujeres, 82 niños y 45 niñas: 202 figuraban como labradores, 161 como obreros y 98 sin profesión. Sus nacionalidades eran: 142 suizos, 70 españoles, 127 franceses, 64 lombardos, 10 belgas, 33 sardos, 8 prusianos, 2 holandeses y 6 toscanos.

El 25/9/1862 se convoca a sesión extraordinaria para deliberar sobre la publicación en el diario «Standrat» del día 23 del mismo mes. En el artículo de referencia se llamaba la atención a los lectores (que se presume británicos) sobre «…los vascos e italianos parece que aceptan la hospitalidad del asilo sin quejarse, pero el mismo es un engaño; no tienen camas ni comodidades, ni asilo o habitación en que puedan reposar sus cansados huesos […] Con todo, tal fue la miseria sufrida por nuestros compatriotas el año pasado, que los residentes ingleses, escoceses y americanos contribuyeron liberalmente para librarlos de semejante hospitalidad». De ahí que no hubiera británicos en el asilo, pero si bien los términos de la nota del diario parecen excesivos, no deberían estar alejados de la realidad.

Con fecha de 5 de enero de 1874 la Comisión de Inmigración recibió una orden de la Municipalidad de cerrar el asilo de la calle Corrientes y no alojar en él a ningún inmigrante. No encontrándose en los suburbios «casa aparente», la municipalidad cedió en Palermo un terreno de 8 manzanas en el que se construyeron casillas de madera y se instalaron 30 carpas para 10 y hasta 30 personas cada una. Este fue el que se dio en llamar el «Asilo de Inmigrantes Provisorio de Palermo». El 14 de enero se trasladáron a este «Asilo Provisorio» 300 emigrantes de los cuales algunos cayeron enfermos de la epidemia de cólera que ya azotaba a la ciudad. El día 27, la municipalidad ordenó levantar el campamento de Palermo poniéndose a disposición de la aún llamada Comisión, la «Quinta Bollini» que estaba situada en la calle Chamango (hoy Avenida Las Heras) entre Bustamante y Bollini (hoy Billinghurst). Los propietarios arrendaron la «Quinta» con la condición de que no se hicieran cambios en las instalaciones, ni obras en los edificios. No disponía de cocinas suficientes ni de comodidades para el servicio de las comidas; fue por esta razón que, cada mañana y cada noche, los inmigrantes que allí estaban «asilados» debían trasladarse a las instalaciones de Palermo para su almuerzo y cena. Algunos días después se declaró allí también el cólera. Con el objeto de paliar la situación durante aquel enero se despacharon directamente al interior 598 emigrantes que, a poco de su llegada encontraron trabajos remunerativos»

Poco a poco vamos desentrañando nuestro tema ligándolo a otros que tiene que ver con la época y con los acontecimientos en nuestra ciudad con la sola intención de concebir a nuestros barrios de Chacarita, Colegiales y Palermo como un tejido urbano y no simlemente como la sumatoria de sectores aislados.

Tenemos el propósito que al fin de algunas notas podamos tener una visión general de este amplio sector mundano que tiene que ver con la ciudad y sus realidades.

Sería saludable que podamos arribar a este propósito…

 

 

 

 

 

 

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