LOS DUENDES DE LA VIDA

La misma existencia cotidiana nos indica que es verdad; que existen aquellos a quienes con toda justicia podemos llamar “duendes de la vida”

Ellos como todo duende transitan por el mundo dando ejemplo de amor, siendo precisamente los que nos marcan el horizonte pero también el fundamento de un mundo mejor sin ningún tipo de distinciones caprichosas, sin vacíos e innobles discriminaciones según el color de la piel, la raza, la religión, el poderío económico, la nacionalidad y un montón de etc’s más.

¡Cuán distinto serían los medios de comunicación si se apoyarán en su labor en la acción silenciosa, humanitaria, valiosa que piensa primero en los valores antes que en las conveniencias comerciales del índole que fueren!

Tuvimos la dicha, el regalo eterno, la providencia del Altísimo si se quiere, de conocer a varios duendes de la vida.

Hace muchos pero muchos años atrás una enfermedad que podría haber sido trágica nos posibilitó que el Dr. Pedrito Cahan volcara su humanismo, su sapiencia, su esfuerzo cotidiano (que no cotiza en bolsa, aclaramos) con el afecto que sólo los duendes de la vida saben entregar.

Una pequeña pero inmensa sonrisa cada vez que teníamos consulta nos recibía, con un apretón de mano sincero, nos escuchaba atentamente, generosamente, comprensivamente para luego, también con los hechos de un auténtico duende nos daba los pasos a seguir.

¡Salimos adelante!

En nuestro barrio de Colegiales hubo una docente cuyo caminar tenía la forma de un corazón. Se llamó Beatriz Oquendo y que hoy, por seguro, estará desparramando su bondad ayudando a todo aquel que deba dar un examen allá justamente en el paraíso enviada especialmente por el Salvador.

En el camino de la docencia hizo de todo pero para todos también: maestra de frontera. Sí, allí donde hay que hacer de mamá, de cocinera, de dadora de cariño como entregándose a una existencia en donde nada sobra, donde todo falta.

Llegada definitivamente a nuestro barrio era común verla abrir la puerta de su casa para recibir el pedido de auxilio de cuanto niño que necesitaban su guía.

También en Colegiales llegó para ocupar el sitial de Hada Madrina no desfalleciendo en su trajinar o quitándole horas al descanso hasta el punto que aún jubilada, aún ya llegada a la tercera edad, le quedó tiempo para escribir sobre otro duende la vida el Dr. Esteban Maradona en la Asociación de Residentes Formoseños ubicado en Olleros y Avda Cordoba.

Y, sin embargo, más le faltaba por realizar. Llegó el momento en que su vida iba a dar un salto en calidad: ambos concurrían a la Asociación y empezaron a buscarse uno al otro.

Paco Baieli, con sus años y sus vivencias a cuesta, con todo el trajinar de quienes se habían elegido sabiéndolo o no, conscientes o no, establecen una relación de pareja que daría espacio para un libro “El amor en la Tercera Edad”, cuyas páginas inspirarían a las productoras de televisión que ya estaban asentadas en el barrio.

Beatriz Oquendo fue sin más ni más que eso: una eterna realizadora de hechos cuyos beneficiarios fuimos todos los que la conocimos: fue alma mather junto a otros importantes vecinos e intelectuales de la Comisión de Homenaje a Enrique Banchs, como si fuese poco lo dicho hasta ahora.

Los duendes de la vida son precisamente esto y mágicos además. Su magia se nos presenta espontáneamente como pidiendo permiso para ayudarnos, para hacer un poquito más felices nuestro devenir.

Hace alguna semana, día más, día menos, se nos apareció otro duende porque ellos llegan así, cuando peligramos por algo, cuando se vuelven imprescindibles y por qué no, enviados por El Salvador.

Ellos son así y valga la redundancia.

La Dra Cirigliano, una hematóloga de aquellas, atendió personalmente el llamado telefónico poniendo en marcha toda la maquinaria que ante el peligro por la falta de defensas del paciente debía poner.

Obviamente que se puso en alerta y no porque si. Es que las circuntancias del caso lo requerían.

La doctora habló con medio hospital. Solicitó una transfusión de sangre, unos análisis, también de orina y materia fecal. Hizo todo lo que pudo y más también.

¿Por qué lo hizo? Y porque así actúan los duendes de la vida. Nadie puede decir cómo aparecen. Ellos están simplemente a la espera de alguien a quien ayudar.

Quizás los mande el Salvador aportando aquello que no pudo completar; quizás bajen de una nube que custodian por pedido del Señor. ¡QUIEN PUEDE SABERLO!

Si a alguien le puede interesar que son los duendes de la vida, tal vez deba rastrear en su propia existencia… Por seguro que encontrará a estos duendes que a cotidiano traen y ofrecen su aporte a la filosofía del amor que nos llega desde hace más de 2000 años.

PUBLICADO: 10.10.2018

 

 

 

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