Hubo un tiempo en que parece que el funcionario se creía poco menos que el representante divino y cuya divinidad le delegaba para hacer, deshacer, disponer, etc., de aquello que le viniera en ganas.
La muerte del Hijo del Hombre fue seguramente la expresión más acabada de lo expresado y de la esquizofrenización de esa divinidad. Ya no alcanza con lavarse las manos como Pilatos: no resultó poco oneroso. En cada latigazo que recibía en su martirio era una nueva forma de elegir el odio y no el amor; cada paso llevando su cruz era una forma de decir que estaba triunfando la incapacidad del hombre para ser, precisamente, humano en lugar del más salvaje entre los salvajes de esta tierra entregada por Dios a todos los hombres y no a unos pocos, valga la aclaración.
A lo largo de toda la historia, aún hoy perdura, el funcionarismo de quienes se creen que por eso están habilitados de hacerse de lo ajeno, de aquello que es de todos.
Sin embargo y en situaciones de inferioridad, poco a poco, reconocemos un levantamiento de los más sobre la voluntad de los menos y a pesar que Pilatos y Barrabás pretenden seguir con la suya, los casos como la Hermana Pelloni logró mediante el petitorio que la muerte María Soledad terminara con un feudo provincial. Y a pesar del sector VIP en la penitenciaría los funcionarios no pudieron ocultar que eran tan reos como cualquier otro allí donde van los que se afanaron una gallina, ni más ni menos.
Poco a poco nuestra gente va dando testimonio de un cambio de época, de usos y costumbres, cambio que será para largo pero lo importante que ha comenzado y nada ni nadie podrá detenerlo.
Las dádivas, el funcionarismo de creerse que con ser funcionario o el ganar una elección eso lo habilitaba para todo ya no era tan tan facil a partir del golpe terminal, el KO que sufrió esa postura.
Ya no será lo mismo: la impunidad sufrió un duro castigo. La Tragedia de Once, los funcionarios que pagaron con cárcel la osadía de creerse más de lo aquello que son, nunca más será impune aunque se siga actuando ha comenzado a ser cuestionada.
Ya nada será como hasta entonces: es precisamente el Mensaje dado detrás de lo manifestado. ¡Es que el pueblo ha decidido hacer tronar el escarmiento?