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Fermin Bereterbide, barrio y ciudad

Para escribir, leer o investigar la historia porteña resulta necesaria una visión despojada de todo partidismo. Más aún si lo que se busca es no caer en posturas del sofismo o de la paradoja platónica que le hizo decir a Sócrates muchas cosas. A la historia también se la reconoce como la ciencia que estudia los hechos del pasado: el tema es como se lo hace o desde donde.

Los presocráticos precisamente alimentaron el valor del sofismo que es la pretención de intentar -tan sólo eso- hacer pasar por válido algún argumento. Protágoras decía que el hombre es la medida de todas las cosas.

Si esto fuese cierto, ¿por qué algunos historiadores o que se autoproclaman así toman y cortan esos hechos en forma arbitraria con la pretensión de hacernos creer que los acontecimientos de hace diez años no integran esa historia? ¿Por qué se toman hechos y se los aisla de hechos más generales? Por qué la historia de un barrio sólo es válida tomando un jalón pero no integrando al resto y a la ciudad en su conjunto.

La profesionalidad de Fermín Bereterbide no nace y muere en el barrio de Chacarita. Sólo la ignorancia puede dividir las colectivas de Chacarita o el barrio Parque Los Andes del resto de la Ciudad.

En tiempo y espacio, Fermín Beterbide se presentó a un concurso municipal llamado por el radical Torcuato de Alvear lo que le valió ganarlos para construir sendos complejos habitacionales en Parque Patricios, Chacarita y otros barrios porteños.

Este solo hecho, nos muestra haciendo un análisis de la ciencia histórica que no fue casualidad la construcción del complejo habitacional de las colectivas de Chacarita.

Tampoco lo fue el cementerio de la Chacarita que fuera creado enfrente mismo de las colectivas y luego trasladado a su ubicación actual.

La historia esta allí y a nuestro alcance, pero nos exige despojarnos de todo partidismo si es que queremos hacer, precisamente, historia.

Para escribir, leer o investigar la historia porteña resulta necesaria una visión despojada de todo partidismo. Más aún si lo que se busca es no caer en posturas del sofismo o de la paradoja platónica que le hizo decir a Sócrates muchas cosas. A la historia también se la reconoce como la ciencia que estudia los hechos del pasado: el tema es como se lo hace o desde donde.

Los presocráticos precisamente alimentaron el valor del sofismo que es la pretención de intentar -tan sólo eso- hacer pasar por válido algún argumento. Protágoras decía que el hombre es la medida de todas las cosas.

Si esto fuese cierto, ¿por qué algunos historiadores o que se autoproclaman así toman y cortan esos hechos en forma arbitraria con la pretensión de hacernos creer que los acontecimientos de hace diez años no integran esa historia? ¿Por qué se toman hechos y se los aisla de hechos más generales? Por qué la historia de un barrio sólo es válida tomando un jalón pero no integrando al resto y a la ciudad en su conjunto.

La profesionalidad de Fermín Bereterbide no nace y muere en el barrio de Chacarita. Sólo la ignorancia puede dividir las colectivas de Chacarita o el barrio Parque Los Andes del resto de la Ciudad.

En tiempo y espacio, Fermín Beterbide se presentó a un concurso municipal llamado por el radical Torcuato de Alvear lo que le valió ganarlos para construir sendos complejos habitacionales en Parque Patricios, Chacarita y otros barrios porteños.

Este solo hecho, nos muestra haciendo un análisis de la ciencia histórica que no fue casualidad la construcción del complejo habitacional de las colectivas de Chacarita.

Tampoco lo fue el cementerio de la Chacarita que fuera creado enfrente mismo de las colectivas y luego trasladado a su ubicación actual.

La historia está allí y a nuestro alcance, pero nos exige despojarnos de todo partidismo si es que queremos hacer, precisamente, historia.

La historia no nos cansaremos de repetir tiene que ver con los barrios y su totalidad, con la ciudad y su totalidad. No son casuales muchas de las cosas que en la ciudad o en los barrios acontecen.

La historia nos cuenta, generosamente nos presta sus pergaminos tal cual es un pergamino. Depende de nosotros no manchar esos pergaminos con argumentos sofistas, falaces o partidarios por si mismos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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